No temas


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No temas


Existe una emoción que todos hemos experimentado, pero que a nadie le gusta reconocer. Es una emoción que ha sido parte de nuestra vida desde la niñez. Toma muchas formas distintas, y en su forma más fuerte, nos puede paralizar y hasta matar. Me refiero a la emoción del temor.

Se cuenta de Luís Pasteur, inventor – entre otras cosas – de la pasteurización, que temía tanto los gérmenes y la enfermedad que se rehusaba a dar la mano a quienes saludaba. Benjamín Harrison, presidente de los Estados Unidos cuando se instaló la luz en la Casa Blanca, temía tanto los efectos de esta fuerza nuevamente descubierta que él y su esposa no tocaban los interruptores de luz. Si no había a la mano algún sirviente para apagar las luces, ellos dormían con las luces encendidas.

El temor no siempre es negativo. Es bueno temer las cosas que nos pueden hacer daño. Es bueno temer las corrientes desconocidas del mar, pues nos pueden ahogar. Es bueno temer las consecuencias del pecado, para no cometerlo.

Hay, sin embargo, muchas cosas que nosotros no debemos de temer. Es más, si las tememos, nos perjudicamos a nosotros mismos en nuestra vida espiritual, y en nuestra experiencia con Dios. En la historia que Dios nos ha entregado del nacimiento de su Hijo, encontramos cuatro ocasiones en que a alguien se le dice que no tema. Al estudiar estas cuatro ocasiones, podemos encontrar valor para vivir nuestras vidas sin temor.

Lectura: Lucas 2:8-11

2:8 Y había pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado.
2:9 Y he aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los cercó de resplandor; y tuvieron gran temor.
2:10 Mas el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:
2:11 Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.

Hallamos a los pastores, cuidando sus rebaños en el campo. Este detalle nos hace pensar que Jesús probablemente nació en la primavera, no en el invierno. La Biblia no especifica la fecha de su nacimiento. Por este motivo, es apropiado celebrarlo durante esta temporada fría y oscura, pues celebramos la llegada de la Luz.

Nos podemos imaginar a estos pastores, cuidando sus rebaños en el tranquilo y oscuro campo de Palestina. En aquellos tiempos no había luz eléctrica para alumbrar con su resplandor aun el área más campestre. No había carreteras para llenar de ruido aun las zonas más despobladas. La única luz venía de una fogata, convirtiéndose ya en carbones rojizos. El único sonido fue el balido esporádico de algún cordero somnoliento.

De repente brilló una luz cegadora del cielo y envolvió a los pastores. Mientras sus ojos aun trataban de ajustarse al resplandor, una voz imponente les habló. ¿Qué les dijo? ¡No tengan miedo! ¡No teman!

Era lógico que los pastores tuvieran miedo de la apariencia esplendorosa del ángel, pero hay algo más. Notemos la razón por la que el ángel les dice que no tengan temor. No es, como quizás pensaríamos, porque no les hará daño. Es, más bien, porque trae las noticias de la llegada del Salvador.

Estas noticias no eran sólo para ellos. El nacimiento de Cristo, más bien, es motivo de gozo para todo el pueblo. Es motivo de gozo, porque él es el Salvador. Él es quien nos redime de nuestros pecados, y nos rescata de la muerte.

El mensaje del ángel para nosotros es éste:

No temas la muerte, pues el Salvador ha llegado

Leamos lo que nos dice el autor de la carta a los Hebreos, capítulo 2, versos 14-15:

2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es á saber, al diablo,
2:15 Y librar á los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos á servidumbre.

Cristo nació – se hizo hombre – para librarnos de la esclavitud al temor de la muerte. ¡Ya no tenemos que temer la muerte! Ha sido quitado su efecto. Ya no tiene poder sobre nosotros, si estamos en Cristo.

Éste es el primer “no temas”: No temas la muerte. Puedes vivir en gloriosa libertad, pues Cristo nació para que vivieras por siempre. Si tú has creído en él, si por fe has recibido el perdón, la muerte ya no tiene ningún poder sobre ti. ¡Eres libre!

Esta gran libertad aparece nuevamente en el segundo “no temas”.

Lectura: Lucas 1:28-37

1:28 Y entrando el ángel á donde estaba, dijo, ¡Salve, muy favorecida! el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres.
1:29 Mas ella, cuando le vió, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese ésta.
1:30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
1:31 Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre JESUS.
1:32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre:
1:33 Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin.
1:34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón.
1:35 Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
1:36 Y he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril:
1:37 Porque ninguna cosa es imposible para Dios.

A María se le anunció que, aunque era virgen, llegaría a ser madre del Salvador. A pesar de ser joven, ella conocía las realidades de la vida; ella sabía que no era posible, humanamente hablando, que quedara encinta.

A distinción de Zacarías, padre de Juan el Bautista, ella no expresó duda ante el anuncio angelical, sino falta de comprensión. Zacarías pidió una muestra de que el ángel le decía la verdad; María no exigió pruebas, sino información. Deseaba entender más.

El ángel le explicó la forma en que ella llegaría a dar a luz a Jesús. El Espíritu Santo formaría en el vientre de María al bebé. Por única vez en la historia humana nacería un niño sin padre humano, pues Dios sería su Padre.

El mensaje del ángel a María es el mismo que el mensaje de Dios a nosotros:

No temas lo imposible, pues para Dios no existe

¿Qué situación enfrentas en tu vida que te parece imposible de resolver? Lo que para el hombre es imposible, para Dios es posible. Dios puede cortar ese nudo que tus manos son incapaces de desatar. Dios puede abrir esa puerta que tu fuerza no mueve.

Si has encontrado la promesa divina que se aplica a tu situación, no dejes de confiar en ella. No dudes, como lo hizo Zacarías; más bien, busca la respuesta divina, como lo hizo María.

¿Sientes pesar por un ser querido que no conoce al Señor, o se ha alejado de él? No dejes de orar por su reconciliación. ¿Enfrentas un problema económico que parece imposible de resolver? No dejes de confiar en que Dios proveerá, si tú confías en él y te sometes a sus normas.

Para Dios, no hay nada imposible. No temas ninguna situación que se te pueda presentar en la vida. Dios es poderoso para resolverlo. Asegúrate de tener un corazón humilde y confiado, y espera su respuesta.

Para el creyente, el aparente silencio de Dios es una de las cosas más terribles. Cuando oramos con perseverancia, y no vemos ninguna respuesta, sentimos que Dios nos ha abandonado.

Lectura: Lucas 1:13

1:13 Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan.

Zacarías era un sacerdote dentro del templo de Dios en Jerusalén. Era un hombre anciano, y su esposa también era anciana; no tenían hijos, y ya era imposible que los tuvieran – humanamente hablando.

Ya hemos mencionado la falta de fe con que Zacarías recibió la noticia que le dio el ángel. Demandó una prueba para estar seguro de lo que el ángel le decía. Aquí, sin embargo, vemos algo más positivo.

El ángel le dice a Zacarías que sus oraciones han sido escuchadas. ¿Cuántos años habrán tenido Zacarías y Elisabet de orar por el nacimiento de un hijo? Seguramente el tiempo se calcularía en décadas. Seguramente ya se habían cansado de orar por un hijo, y se habían resignado a pasar su vejez solos.

Dios, sin embargo, tenía otro plan. Él había escuchado sus oraciones, y tenía un momento preparado para responder. Esta pareja anciana serían los padres de un niño que cualquiera tomaría por su nieto. Esto nos lleva a ver lo siguiente:

No temas la oración sin respuesta, pues Dios oye

Esas oraciones que has ofrecido por tanto tiempo sin ver la respuesta no han sido lanzadas al vacío. Dios ha oído cada palabra, cada gemido de tu corazón. Ha guardado cada lágrima en su frasco.

Cuando oramos, Dios puede responder de tres formas: sí, no espera. A veces Dios responde de inmediato a la oración. A veces él también nos niega lo que pedimos, pues él tiene otro plan. Él sabe lo que es mejor para nosotros.

A veces, él nos dará lo que le pedimos, pero no de inmediato. Cualquiera que sea la respuesta de Dios a nuestra oración, podemos estar seguros de que él escucha cada oración que le levantamos. No debemos de temer el aparente silencio de Dios, porque aunque Dios no nos responda al instante, no significa que no nos ha escuchado.

La experiencia de Zacarías y de Elisabet no significa que cada pareja estéril recibirá un hijo milagroso de Dios. Lo que significa es que Dios escucha cada oración de sus hijos, y da a cada oración la mejor respuesta. Dios oye la oración del creyente.

Si Dios escucha nuestras oraciones, nosotros también debemos de prestar atención a lo que él nos dice. Veamos el cuarto “no temas”.

Lectura: Mateo 1:20-21, 24

1:20 Y pensando Él en esto, he aquí el ángel del Señor le aparece en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas de recibir á María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
1:21 Y parirá un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque Él salvará á su pueblo de sus pecados.
1:24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió á su mujer.

Sabemos que José, el prometido de María, pensaba dejarla privadamente cuando se enteró de que estaba encinta. El ángel le dijo que no lo hiciera. En efecto, le dijo: No temas recibir a María.

Aquí estamos hablando del temor a la obediencia. El ángel le viene a dar instrucciones a José de lo que debía de hacer, pero también le dice que no le dé miedo hacer lo que Dios le instruye.

¿Por qué tendría temor José de obedecer a Dios? Por varias razones. Él podría dudar de la realidad de lo que el ángel le había dicho. Podría creer que era simplemente un sueño. Podría preguntarse qué diría la gente de lo que estaba haciendo. Podría preguntarse cómo alimentaría a una criatura que ni siquiera era de él.

El ángel, sin embargo, le anima a no tenerle miedo a la obediencia, pues al obedecer, se haría parte del gran plan redentor de Dios. Ese hijo que él cuidaría y criaría llegaría a ser el Salvador.

Nosotros también fácilmente podemos tenerle miedo a la obediencia. Tememos el costo. Tememos el qué dirán. Tememos no entender lo que Dios quiere que hagamos. A nosotros, Dios nos dice:

No temas obedecer a Dios, pues él obrará

Si tú eres creyente, Dios te ha llamado a su servicio. Así es de fácil. No hay creyente que no tenga un lugar de servicio dentro del Reino – sea ayudando a los demás, compartiendo las buenas nuevas o sirviendo de otra forma dentro de la iglesia. No dejes que el temor te aleje de tu lugar de servicio.

Nosotros fuimos creados por Dios, según el doctor Stanley Jones, para vivir en fe, y no en temor. Los científicos nos dicen que la persona que vive en la preocupación tendrá una vida más corta. La razón es que fuimos hechos para la fe, no para el temor.

La fe es como el aceite que lubrica el funcionamiento de una máquina. El temor es como la arena que lo detiene. Al darnos estas dos palabras – no temas – Dios nos muestra cómo vivir a la luz de la venida de su Hijo.

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