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El dinero, como agua entre los dedos


El dinero

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Como agua entre los dedos, el dinero

A un conocido atracador de bancos se le preguntó en cierta ocasión por qué era que robaba los bancos. Su respuesta: Es que ahí está el dinero.

Vaya respuesta, ¿cierto? Ese hombre sabía lo que quería conseguir, y sabía también dónde conseguirlo; e iba directamente a la fuente. La mayoría de nosotros probablemente nunca hemos robado un banco, pero quizás en alguna ocasión hemos sido tentados a hacerlo. La verdad es que en el mundo de hoy, el dinero parece irse como agua entre los dedos. Tan pronto cambiamos el cheque llegan las cuentas, y cuando terminamos de pagarlas, nos quedamos sin nada.

En el mundo moderno, la facilidad de conseguir crédito ha resultado en que la mayoría de las familias viva por encima de sus ingresos. Esto resulta en un nivel de deuda que constantemente sube, y se convierte en una fuente de estrés y de problemas matrimoniales.

¿Será así que Dios desea que vivamos? ¿Tendrá él un plan para nuestro uso del dinero? Sólo tenemos que empezar a leer las enseñanzas de Jesús para darnos cuenta de que sí lo tiene. De hecho, una de cada tres parábolas que Jesús contó tiene que ver con el dinero.

Dios tiene un plan para nuestro uso del dinero, y si seguimos su plan, tendremos menos estrés, más gozo y más seguridad. Podremos enfrentar la vida ecuánimes. En vez de que el dinero se nos vaya como agua entre los dedos, será más bien una fuente de bendición para nosotros y para otros.

Para que el dinero sea una bendición y no un problema, tenemos que aprender a usarlo. Como el agua, podemos tomarlo en la mano y dejar que se escurra; o podemos manejarlo más apropiadamente. Si quieres que tu uso del dinero sea para bendición, sigue estos tres pasos.

Búscalo en la fuente indicada

Lectura: Proverbios 13:11. “Las riquezas de vanidad disminuirán; Pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta.”

Este proverbio nos presenta dos maneras de ganar y acumular dinero: la manera rápida, y la manera paulatina. Como en el cuento de la liebre y la tortuga, vemos que la forma lenta y persistente es la mejor.

Vamos a ser honestos. ¿Quién no ha soñado con ganarse la lotería y ser millonario de la noche a la mañana? Es una idea tan atractiva. Pensamos que, sin esfuerzo, podrían acabarse nuestros problemas económicos.

Sin embargo, ignoramos que ésta no es la forma que Dios ha elegido para bendecirnos. El agua, para que sea útil, tiene que venir de la fuente correcta. No podemos conectar un tubo a la acequia o al desagüe y esperar que de ahí salga agua servible. Saldrá agua, pero no nos será útil. De igual modo, si queremos conseguir el dinero de una forma fácil y rápida, y no de la forma que Dios ha elegido, podemos estar seguros de que no será de bendición a largo plazo. Los bienes que no llegan como Dios quiere no serán de bendición.

Si quieres que tu uso del dinero sea para bendición, recíbelo por el canal indicado – mediante el trabajo persistente. En lugar de soñar con la riqueza fácil, debemos darnos cuenta que nuestro trabajo diario es una forma de glorificar a Dios. Muchas veces, el enemigo nos distrae con sueños de grandes riquezas para que no nos enfoquemos en lo que Dios quiere que estemos haciendo ahora.

No tienes que ser pastor o misionero para trabajar para la gloria de Dios. Martín Lutero dijo: La criada que barre la cocina hace la voluntad de Dios del mismo modo que lo hace el monje que ora – no porque puede estar cantando un himno al barrer sino porque a Dios le gustan los pisos limpios. El zapatero cristiano cumple su deber cristiano, no al poner una pequeña cruz en cada zapato, sino al hacer buenos zapatos, porque a Dios le gusta el trabajo bien hecho.

1 Corintios 10:31 dice: “Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo para la gloria de Dios”. Si trabajas en el campo, hazlo para la gloria de Dios. Si trabajas en una fábrica o una tienda, hazlo con honestidad y dedicación. Esto es para la gloria de Dios.

La primera forma de hacer del dinero una bendición es recibirla por el canal correcto: por el trabajo bien hecho, para la gloria de Dios. La segunda forma es ésta:

Almacénalo para el tiempo de la necesidad

Lectura: Proverbios 21:20. “Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato todo lo disipa.”

Un uso sabio del agua es construir cisternas, represas y otras estructuras para preservar el agua que viene en abundancia para los tiempos de sequía. El simple hecho de que haya bastante agua ahora no significa que no hará falta después.

De igual modo, Dios nos enseña a almacenar las riquezas cuando sobran, para poder utilizarlas en tiempo de necesidad. La persona sabia, según este verso, ordena su uso del dinero de tal modo que siempre hay suficiente para vivir bien, mientras que el necio gasta su dinero sin reflexión, y se queda sin nada.

Cuando Dios nos bendice económicamente, debemos tener en mente que podría ser su provisión para algún tiempo de escasez venidero. José fue sabio porque almacenó la producción extra durante los años de abundancia para usarla durante los años de escasez.

Es realmente sorprendente lo que podríamos ahorrar con un poco de esfuerzo. Por ejemplo, si ahorras un dólar al día – el precio de una gaseosa – y lo inviertes a un interés del 9%, dentro de 30 años tendrás más de $50,000.

El secreto para llegar a la independencia económica no es ganar más; es vivir con menos de lo que ganas, e invertir la diferencia. Esto te puede dar la libertad para servir a Dios, en vez de servir a tus acreedores.

Si no tienes un plan de ahorros, proponte una suma que puedas ahorrar cada mes. Empieza con algo pequeño y alcanzable, y separa eso antes de tus gastos. Empieza a almacenar para el tiempo de necesidad.

Y en tercer lugar,

Riégalo con generosidad

Lectura: Proverbios 3:9-10.

3:9 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos;
3:10 Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.

Cuando pensamos en el agua, sabemos que es necesario usarla de la forma apropiada. Todos hemos visto los anuncios en la televisión que dicen “Cuida el agua” y “El agua es vida”.

De igual modo, podemos usar el dinero bien, o lo podemos derrochar. Si queremos usarlo bien, la primera cosa que tenemos que reconocer es que no es nuestro dinero. Es el dinero de Dios. A veces nos hacemos la pregunta: ¿Cuánto de mi dinero usaré para Dios? cuando la pregunta verdadera es, ¿Cuánto del dinero de Dios usaré para mí mismo?

La forma de reconocer que ese dinero que tienes no te pertenece es separar primero lo que darás a la obra de Dios, y luego decidir cómo vivirás con lo demás. Si te duele darle a Dios primero, eso indica que algo está mal.

Cuando vamos al doctor, es muy común que empiece su examen presionando con el dedo en diferentes partes del cuerpo. El doctor nos pregunta: ¿Eso duele? porque si duele, algo anda mal. De igual modo, si nos duele darle a Dios lo primero de nuestros ingresos, entonces algo está mal. Nuestra salud espiritual no anda bien, y debemos de examinarnos para arrepentirnos de nuestro error.

A veces las personas me preguntan si es necesario para el cristiano pagar el diezmo. Es una pregunta válida, en cierto sentido; pero detrás de la pregunta algo está mal. ¿Se te hace tan difícil darle a Dios por lo menos el 10% de tus ganancias? ¿Te parece demasiado para el que dio su Hijo por ti?

Y si se te hace difícil confiar en que Dios puede sostener a tu familia con el 90% de lo que ganas, ¿estás seguro de que estás confiando en que salvará tu alma? Si no puedes confiar en un área tan pasajera como las finanzas, ¿en verdad podrás confiarle a Dios algo eterno – es decir, el estado de tu alma?

El dinero puede fácilmente convertirse en algo que se interpone entre nosotros y nuestro Dios. Podemos estar parados ante una escena bella, pero con dos pequeñas monedas nos tapamos los ojos y nos quedamos ciegos. De igual modo, tenemos ante nosotros la incomparable oportunidad de conocer a Dios, pero el dinero nos puede tapar la vista para que no estemos conscientes de lo que está ante nosotros.

Si quieres usar el dinero que Dios te ha encomendado para bendición, empieza dándole a él una buena porción. En el Antiguo Testamento, el requisito era el 10%; el creyente debe tomar esto como un mínimo. Vivimos en una era de mayor bendición que la del Antiguo Testamento, así que debemos de buscar la manera de dar más.

Vuelvo a repetir: si no puedes confiar en que Dios puede sostener a tu familia con el 90% de tus ingresos, ¿cómo puedes decir que estás confiando en Cristo para salvarte del pecado?

Un hombre que dirigía una expedición a terrenos limítrofes sufrió la pérdida de gran parte de sus raciones, gracias a los ataques de indígenas, quienes le robaron sus bienes. Su comentario: Ya que el peso de nuestro equipaje se encontraba muy reducido, el viaje del día siguiente fue mucho más rápido y placentero.

Si vas hacia un destino que te emociona, lo que te estás llevando no será de gran importancia. Si estás estancado, en cambio, sólo podrás sentarte a mirar lo que has acumulado. ¿Qué tal vas en el viaje de la vida? ¿Estás usando el dinero como una fuente de bendición, o estás dejando que el dinero se apodere de ti?

Recibe el dinero por el canal de bendición que Dios ha provisto. Almacénalo con sabiduría para el día de la necesidad, y riégalo con generosidad. Encontrarás bendición y gozo que nunca te habías imaginado.

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