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Jesus es el mejor regalo, Juan 3:16-17


El mejor regalo

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Jesus es el mejor regalo


Un hombre adinerado tenía la costumbre de sorprender a todos con sus regalos de Navidad. Siempre eran fuera de lo usual. Otros podían regalar corbatas, calcetines, y libros; el regalaba clases de paracaidismo o plantas exóticas. Un año, sin embargo, decidió que se iba a superar. Encontró como regalo para su padre un pájaro de una especie muy extraña que hablaba cinco idiomas y podía cantar las mañanitas parado en un pie.

Esta ave tan extraordinaria le costó diez mil dólares, pero consideró que valía cada centavo para sorprender a su padre. Sería un regalo totalmente inolvidable. Una semana después de la Navidad, llamó a su padre para pedirle su opinión del regalo. – ¿Cómo te pareció el pájaro que te regalé? -le preguntó a su papá. – ¡Fue delicioso! -respondió éste.

¡Creo que sería un regalo inolvidable, pero para el que lo dio! Obviamente no se había puesto a considerar los deseos del que lo había de recibir.

Quizás en alguna ocasión hemos recibido un regalo que no nos agradaba o no nos quedaba, y se ha hecho el comentario: lo que importa es el pensamiento. Podrá ser cierto, en algunas ocasiones; pero el mejor regalo es el que realmente agrada al que lo recibe.

En esta temporada de Navidad se dan y se reciben muchos regalos; pero hay un regalo que supera a todos, un regalo que satisface las necesidades más profundas del que lo recibe, un regalo que es el mejor regalo de todos.

Lectura: Juan 3:16-17

3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El mejor regalo que jamás se ha dado o se dará es el regalo que Dios ha hecho a la humanidad, enviando a su Hijo único a nosotros. Jesús es el mejor regalo, el regalo de amor que Dios nos ha dado.

Hoy veremos tres razones que Jesús es el mejor regalo, razones por las que debemos de aceptarlo.

Jesús es el mejor regalo porque costó lo máximo

Cuando recibimos un regalo, su valor para nosotros se mide según el sacrificio que costo al dador. El regalo del niño que ahorra la mitad de su propina cada semana para comprarle a su mamá algún aparato para la cocina será mucho más apreciado que el mismo aparato regalado por su esposo.

El sacrificio que cuesta el regalo es la medida del amor que tiene el dador para nosotros. El regalo que nuestro Padre celestial nos ha dado le costó su posesión más apreciada: la vida de su único y amado Hijo.

El nacimiento del niño que celebramos en esta temporada navideña representa mucho más que la simple llegada de un gran maestro o profeta. En el nacimiento de Jesús, nace un ser único que es, a la vez, hombre como nosotros, y la encarnación del eterno y único Hijo que es Dios.

Cuando él nació, su Padre sabía ya cuál sería su destino. Sabía que sufriría la separación de su Hijo cuando éste muriera en la cruz. Sabía que tendría que sufrir el rechazo y el odio de su propio pueblo. Cuando el niño Jesús dormía en el pesebre, su futuro ya estaba asegurado; entregaría su propia vida a nuestro favor.

Es por esta razón que dice nuestro pasaje, tanto amó Dios al mundo. El amor de Dios fue tal que no escatimó a su propio hijo, sino que lo entregó libremente por nosotros. Cuando vemos lo que el Padre sacrificó por enviar a su Hijo, nos damos cuenta de que Jesús es el mejor regalo porque costó lo máximo.

Jesús es el mejor regalo porque satisface nuestra necesidad

Quizás has participado en un intercambio de regalos ridículos. Esto sucede cuando cada persona trae envuelto como regalo algún objeto inútil que tiene en la casa, y los participantes se turnan para escoger un regalo y abrirlo.

Era una diversión favorita en mi niñez. Recuerdo en alguna ocasión que un maestro de la escuela, un hombre calvo, recibió como regalo un peine. Era el regalo más ridículo y más inútil que se podría imaginar.

Jesús no es un regalo ridículo. Al contrario, él es el regalo que satisface perfectamente nuestra necesidad. Esto se ve en la declaración de nuestro pasaje que Dios amó al mundo. La palabra «mundo» se usa con varios sentidos en el Nuevo Testamento, pero aquí tiene un sentido negativo. El mundo es la humanidad en su rebelión contra Dios. Vemos lo increíble que es el amor de Dios, pues amó a quienes lo aborrecían, y hacían todo lo posible por rebelarse contra él.

A este mundo, condenado por su propia desobediencia y abandono de Dios, el Padre envió a su Hijo para traer la salvación. Nos dice el pasaje que Dios no envió al Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo.

Con todo derecho Dios pudo haber enviado a Jesús con el propósito de traer fin a la existencia humana. En vez de nacer como bebé en un pesebre, pudo haber venido con miles de ángeles para destruir en un momento toda vida en este planeta.

En vez de hacer esto, sin embargo, Dios eligió ofrecernos la oportunidad de escapar de la condenación que es nuestro merecido. El nos da una salida, por medio de Jesús. Lo que Cristo nos ofrece es lo que más necesitamos: el perdón de nuestros pecados, la libertad de la culpa de nuestros pecados, la reconciliación con Dios.

Quizás no te has dado cuenta de que realmente necesitas esta salvación. Quizás crees que ya estás bien con Dios. Si así crees, estás en un grave error. El verso 18 te lo dice: si no has creído en Cristo para la salvación, entonces estás condenado. «El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.» (Juan 3:18).

En cambio, si aceptas su oferta de salvación, si te arrepientes de tu pecado y te entregas a él, recibirás su perdón instantáneamente. Jesús es el mejor regalo porque satisface nuestra necesidad.

Jesús es el mejor regalo porque todos lo pueden recibir

En cada familia que consiste en más de un hermano existe el problema perenne de la igualdad de los regalos. Si la hermanita mayor recibe un regalo un poquito más caro del que recibe su hermano, empiezan de inmediato las quejas. – ¡Ustedes no me quieren! ¿Por qué le dieron más a ella?

Dios no tiene favoritismos, como muchos padres los tienen. El regalo que él ha dado a la humanidad es para todos. Nunca se agotará, nunca se terminará, nunca será insuficiente. Cristo es el mejor regalo porque todos lo pueden recibir. Dice el pasaje que estudiamos, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. La promesa no es para algunos, o para la mayoría, o para los preferidos. Es para todos.

Pero tenemos que ver quiénes son esos todos. La Biblia no nos dice que es para todos sin condición. La condición se menciona: todos los que creen reciben este regalo.

El regalo de la salvación por medio de Cristo Jesús es como cualquier otro regalo. Se tiene que aceptar. Si tú no quieres aceptar el regalo por alguna razón, no te beneficiarás de él. Yo podría poner diez dólares aquí en el púlpito, pero si no te levantas para recogerlos, no los podrás gastar. No te servirán de nada. Quizás te gusta la comodidad de tu silla. Quizás crees que no son de verdad. Quizás piensas que es un truco. En cualquier caso, si no recibes el regalo, no te beneficiará.

Así es con Cristo. El entra en nuestra vida como un regalo. No lo tenemos que ganar. Lo que tenemos que hacer es recibirlo. Si no lo recibimos, si no empezamos una relación con él, si no ponemos nuestra confianza en él, entonces nos perdemos el regalo.

La buena noticia es que la fe es la única condición. Pero tienes que entender qué es la fe. La fe es más que credulidad, es más que estar de acuerdo, es más bien un compromiso.

Tener fe en Cristo Jesús es creer lo que la Biblia dice acerca de él. Si tú lo crees, entonces reconocerás que él merece ser el Señor de tu vida. Empezarás a preguntarte qué es lo que él quiere, en vez de simplemente seguir por tu propia dirección.

Tener fe es más que saber datos de la vida de Jesús. Es una entrega total. La buena noticia es que cualquier persona puede tomar esa decisión, y así recibir el regalo de la presencia de Cristo en su vida, el perdón de Cristo por sus pecados, y el placer de ver obrar a Cristo en su diario caminar.

Yo no sé cuáles regalos recibirás durante esta temporada. Espero, sin embargo, que más allá de las corbatas o los juguetes, recibas el regalo mejor, el regalo más importante, el regalo de la presencia de Cristo en tu vida.

En este momento, Cristo está presente donde tú estás. El quiere entrar en tu corazón. El quiere darte vida eterna, compartir contigo su vida, y darte una razón para vivir.

Si deseas recibir este regalo, no esperes más. Ora para invitarle a Cristo a entrar en tu corazón hoy.

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