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La Muerte del Cristo ¿Por qué murió Jesús?


la muerte

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¿Por qué murió Jesús?

¿Alguna vez te has preguntado, Cómo puedo vivir de verdad? La vida es un tema que está detrás de mucho de lo que vemos, pensamos y oímos. Nuestro corazón grita desesperadamente: ¡Enséñame a vivir! Hay muchas personas que nos darán respuestas a esa pregunta, aunque quizás no sean las respuestas más adecuadas.

Hace no muchos años, cierto cantante dejó su huella cuando cantó de vivir la vida loca. ¿Por qué se hizo tan popular esa canción? La canción tocó la herida de una sociedad que no esta satisfecha con su vida. Sentimos que tiene que haber algo más, algo mejor, y esta canción nos dio una respuesta. Nos dijo: Puedes tener algo más si vives la vida loca, la vida como te viene, la vida sin tapujos ni límites.

Si ésta es la respuesta, me pregunto: ¿por qué se suicidan tantos de los que viven esa vida? ¿Por qué hay tantos que llegan a la cumbre del éxito y no pueden sostener la vida sin el uso de las drogas o del alcohol? Si la vida loca es tan buena y tan satisfactoria, ¿por qué no les satisface?

Nos damos cuenta de que ésta no es la solución. ¿Habrá otra? Sí, la hay, y se encuentra en un lugar inesperado. Si leen el título de este mensaje, lo notarán. La verdadera vida que nos satisface y nos llena se encuentra a través de la muerte de Jesús.

¿Cómo puede ser esto? -te preguntarás. ¿Cómo es posible que haya vida a través de la muerte? Para que lo entendamos, Dios nos ha puesto un ejemplo en la naturaleza. Cuando se siembra una semilla, esa semilla tiene que dejar de existir para que nazca la planta y dé su fruto. Si la semilla insistiera en conservar su propia vida, quedaría muerta.

Jesús mismo dijo: Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. (Juan 3:14-15)

En estos versos, Jesús se está refiriendo a su muerte. Hace una comparación con un evento de la historia de la nación de Israel en que la nación, debido a su desobediencia, estaba sufriendo un ataque de serpientes venenosas. Dios le dijo al líder, Moisés, que hiciera una serpiente de bronce y la alzara en medio del campamento.

De allí en adelante, cuando una serpiente mordía a un israelita, sólo tenía que alzar los ojos a la serpiente de bronce para ser librado de la muerte dolorosa que traía el veneno de la serpiente.

Jesús dijo que El también sería levantado sobre un madero para que, al mirar hacia El con fe, cualquiera de nosotros pudiera ser librado de la muerte con la que hemos sido infectados por la mordida de la serpiente, el diablo. Cristo murió para que tú pudieras vivir.

¿Qué, exactamente, significa esto? Significa tres cosas:

Cristo murió para que tú pudieras vivir eternamente

¿Te gusta la idea de morir? La fascinación con la muerte sólo viene a los que tienen algún problema psicológico. El uso de las calaveras, la figura de la muerte y otros símbolos de la mortandad se asocia con el satanismo, pues la muerte es su imperio.

Jesús, en cambio, vino para vencer la muerte. El vino para que la muerte ya no tuviera ningún poder sobre nosotros. Vino para librarnos del temor a la muerte, dándonos la seguridad de que la muerte no será el fin para nosotros, sino un comienzo.

Jesús mismo dijo: Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva. (Juan 6:51) Jesús no hablaba de algún pan que pudieras comprar en el mercado, sino del pan que es su cuerpo, que se recibe por fe.

Hemos disfrutado hoy de una deliciosa cena, y me imagino que muchos de nosotros nos sentimos muy satisfechos. Parece increíble en este momento, pero ¡volveremos a tener hambre! Éste es el resultado de la alimentación física.

Si recibimos la vida espiritual que Cristo nos ofrece, en cambio, estaremos satisfechos por toda la eternidad. Jamás nos hará falta alguna otra alimentación para sostener la vida. Al contrario; podremos vivir en la presencia de Dios para siempre.

Considera esta pregunta: ¿estás preparado para morir? ¿Honestamente puedes decir que confrontas la muerte sin temor? Si no es así, recibe hoy a Cristo para que te dé su vida eterna. Creyendo en El podrás tener una vida que nunca se acaba.

Con su muerte, Cristo rompió el poder de la muerte tomando sobre sí mismo la culpa de todos nuestros pecados. El pagó nuestra condena. El poder que tiene la muerte sobre nosotros es nuestra desobediencia de la ley de Dios, y al pagar nuestra condena, Jesús nos liberó del poder de la muerte.

Queda una condición, sin embargo. Para recibir el beneficio de su sacrificio, tenemos que aceptar por fe su perdón. De otro modo, nos quedamos con la culpa de nuestro pecado, y lo tendremos que pagar en las llamas del infierno.

Cristo fue clavado en la cruz para que pudiéramos alcanzar la vida eterna. Si tú no posees esa vida, puedes recibirla de El. Puedes tener la seguridad de que la muerte no será el final, sino el comienzo.

Quizás, sin embargo, piensas: La vida eterna no me llama mucho la atención, pues en realidad no me gusta la vida que estoy llevando. ¿Para qué quiero seguirla viviendo por siempre? La respuesta es ésta:

Cristo murió para que tú pudieras vivir abundantemente

Leamos lo que dice Juan 10:10: El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. ¿Qué significa tener vida en abundancia?

Consideremos primero lo opuesto, que es tener una vida limitada, una vida restringida, una vida que es más existencia que vida. Quizás tu vida se siente así. Consideras los problemas, las preocupaciones, las limitaciones de tu vida, y dices: De ninguna manera puedo decir que estoy viviendo abundantemente.

Cristo vino para que pudieras vivir de verdad, con una vida de horizontes que constantemente se amplían, de posibilidades, de oportunidades y libertad. El mundo sólo te ofrece una imitación de esa vida abundante.

Fíjate cómo funciona esto. El mundo te dirá que, para vivir de una forma abundante, es necesario vivir sin límites de tiempo, de dinero o de esfuerzo. Para eso, es necesario tener dinero, tener libertad de las responsabilidades humanas y poder disfrutar de la vida, como se dice.

Lo que el mundo no dice es que eso sólo te trae otra atadura. Es decir, cambias una clase de esclavitud por otra. En lugar de preocuparte por ganar más dinero, ahora te preocupas de que te lo vayan a quitar. En lugar de preocuparte por el bienestar de tus hijos, te preocupas de quién te cuidará en tu vejez. Si usas el alcohol o las drogas para darte esa sensación de libertad, pronto encuentras que no eres libre de dejarlos.

Este mundo te promete una vida abundante, pero lo que promete resulta ser una fachada falsa. Se parece al plató de una película, que se ve firme y lujoso, pero en realidad consiste en triplay pintado. Detrás no hay nada.

La verdadera vida abundante que Cristo te ofrece consiste en olvidar las preocupaciones del dinero, pues Dios cuida de sus hijos. Si eres hijo de Dios por medio de la fe en Cristo, eres libre de las preocupaciones materiales.

Consiste en olvidar las preocupaciones por los demás, pues Cristo te enseña a derramar tu vida en sacrificio y así encontrar su verdadero significado. La vida abundante que Cristo te ofrece te permite disfrutar de todas las bendiciones que existen en la vida diaria, pues te libera de la necesidad de buscar tu significación en lo terrenal al conocer su verdad y su perdón.

Cristo murió para darte vida, y vida en abundancia. Puedes recibir esa vida por medio de la fe en El. Puedes aprender a vivir de verdad, a vivir una vida abundante, si entregas tu vida a El y le das el control. Puedes aprender de Cristo a vivir. Y si lo haces, verás que:

Cristo murió para que tú pudieras vivir provechosamente

¿Quieres que tu vida signifique algo? La ciencia moderna nos dice que somos simplemente una combinación de moléculas, que surgimos de un universo sin sentido y vivimos vidas sin sentido, que todo es accidental.

Nuestro corazón, sin embargo, nos dice que no es así. Sabemos, sin que nadie nos lo diga, que hemos sido creados con un propósito, que existe una razón para nuestra vida, que no existimos por accidente. La pregunta es ésta, sin embargo: ¿cómo encontrar esa razón?

La respuesta nos la da Jesús, en Juan 12:24-26. Dice así: Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto. El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. Quien quiera servirme, debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, el Padre lo honrará.

Si insistimos en tratar de vivir nuestra vida como mejor nos parece, la perderemos. Si se la entregamos a Cristo, en cambio, encontraremos nuestro verdadero significado. Encontraremos la verdadera razón de vivir. Si nos importa más vivir nuestra vida para nosotros mismos, llegaremos a su final y nos daremos cuenta que ha sido simplemente un remolino de viento y polvo, sin significado ni permanencia.

En cambio, si la vivimos para Cristo y no para nosotros, nos daremos cuenta de que la hemos conservado en realidad. Cristo incluso nos dice que seremos honrados por el Padre. ¿Habrá cosa mejor o más importante de ésta: que Dios mismo nos honre?

Si quieres tener una vida que tenga importancia eterna, entrégasela a Cristo. El murió para que tu vida pudiera tener significado eterno, dándote un propósito y una razón para vivir. En lugar de simplemente existir, puedes unirte a El en su misión de paz y perdón, viviendo para la eternidad y no sólo para este mundo.

¿Quieres tener esa vida? La puedes empezar en este momento. La Biblia te dice que la Palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón. Sólo has de expresar de corazón tu deseo a Cristo de que El sea tu Señor y tu Salvador. Sólo tienes que confiar completamente en que tus pecados han sido perdonados en virtud de su muerte en la cruz.

Puedes empezar hoy a vivir – no la vida loca, sino la vida abundante y verdadera que sólo Cristo te puede dar.

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