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Lectura: Exodo 20:13 – No matarás.


No Mataras

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La imagen que merece honor – No matarás.

Quizás lo has visto en las noticias. Es una de las formas en que las manifestaciones alrededor del mundo expresan su desprecio por la política estadounidense. Me refiero a quemar la bandera norteamericana.

Este no es un mensaje acerca de quemar la bandera; no pretendo declararme a favor ni en contra de esta práctica. Deseo, más bien, que pensemos por un momento en lo que sucede cuando un motín quema la bandera. ¿Por qué es un evento tan emotivo? ¿Por qué tiene tanto poder simbólico?

Es tan poderoso que hay voces dentro del congreso estadounidense que buscan crear una ley que prohíba la incineración pública de la bandera. ¿Por qué tanto afán? ¡Es simplemente un pedazo de tela!

Ah, pero la importancia está en lo que representa. Para quienes muestran honor a la bandera, ese pedazo de tela representa su país, juntamente con su patriotismo, su orgullo civil, su futuro nacional. Es mucho más que un pedazo de tela para ellos, y quien la deshonra también deshonra al país que representa.

Hace algunas semanas, consideramos juntos el segundo mandamiento. En este mandamiento, Dios nos prohíbe el hacer ídolos o representaciones visibles que usamos dentro de la adoración. Dios es espíritu, y ninguna representación humana podrá hacerle justicia. La Biblia nos llama a evitar el uso de las imágenes, y no rendirles culto ni honor.

Hay, sin embargo, una imagen que sí debemos de honrar. Esta imagen, y el honor que se merece, están detrás del sexto mandamiento, el que consideraremos hoy.

Lectura: Exodo 20:13No matarás.

El mensaje es sencillo y, al parecer, obvio. Tiene una raíz muy profunda, sin embargo. La raíz se encuentra en Génesis 9:6“El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre”. Tras el diluvio, Dios establece un pacto con Noé, y a través de él, con toda la humanidad. Parte de este pacto es la realidad de que el homicida pierde el derecho a la vida.

En otras palabras, Dios da aquí a los gobiernos la autoridad para quitarles la vida a los que son mostrados culpables del homicidio. La forma en que este principio se aplica hoy en día puede ser debatido, pero lo que más nos interesa es la razón que da Dios. El dice que el homicidio es un delito muy grave, porque destruye y deshonra la imagen de Dios que existe dentro del ser humano.

Podemos decir, entonces, que Dios nos llama a respetar la vida humana, porque lleva su imagen. Más allá de las razones prácticas, de la necesidad de respetarnos la vida unos a otros si vamos a vivir en una sociedad civil, existe la realidad de que cada vida humana es digna, pues cada ser humano lleva en el alma la imagen de Dios.

La persona que le quita la vida a otro sin causa está deshonrando al Dios cuya imagen lleva. Vemos, entonces, que

Dios nos llama a respetar la vida en todas sus formas

Dios llamó a la comunidad de Israel a cortar el ciclo de la violencia que se desenlaza cuando un homicidio da lugar a otro, y otro, y otro en un proceso continuo de venganza que jamás se acaba. Hasta el día de hoy, muchas sociedades sufren este ciclo.

En el país de Colombia, por ejemplo, la cultura de muerte se expresó en la matanza de muchos creyentes evangélicos en los años cincuenta. Más recientemente, las drogas, la guerrilla y los paramilitares se han combinado en un cóctel letal de matanzas por dinero. En algunos barrios de Medellín, el anhelo de muchos jóvenes es convertirse en sicarios – asesinos contratados – pues lo ven como el camino al éxito.

Cuando Dios nos dice, “No mates”, El incluye dejar la venganza donde corresponde – en manos de las autoridades, y, en caso de que la justicia humana falle, en manos de Dios. Deuteronomio 32:35 dice: “Mía es la venganza; yo pagaré”.

Yo sé que algunos de ustedes han experimentado la violencia y el homicidio en sus familias. Como creyentes, si la justicia humana falla, podemos confiar en que Dios hará justicia. En cambio, si tratamos de hacer la justicia nosotros mismos, vengándonos, le fallamos a Dios. Hacemos lo que a El le corresponde. Este no es el camino a la bendición.

Dios dice, “No mates”. Es interesante que el idioma hebreo tiene siete palabras que se pueden traducir matar; la palabra aquí usada generalmente se relaciona con la muerte violenta e intencional. Podríamos traducir, entonces, “No cometas homicidio”.

Por ende, no podemos aplicar este pasaje a los animales; Dios no nos prohíbe matar animales para alimentarnos de su carne. Tampoco se nos prohíbe defendernos cuando nuestro hogar es invadido por ladrones; Exodo 22:2 aclara esto: “Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte.”. La muerte accidental también queda excluida, y la muerte en las guerras.

Aquí se está hablando de causar la muerte de otro ser humano sin razones morales para hacerlo. En este país, mis hermanos, existe una forma de homicidio que es completamente legal. Más de cuarenta millones de seres humanos han muerto en los últimos treinta y cinco años de esta forma, y la sociedad lo aplaude.

Me refiero, por supuesto, al aborto. El aborto es una de las vergüenzas más grandes de nuestra era, simplemente porque nuestra sociedad se ha ido tan a la deriva que ni siquiera lo considera malo. La medida de una sociedad es el trato que da a sus miembros más indefensos, y en nuestra sociedad, muchos de los más indefensos son matados.

Los argumentos que se usan para defender la práctica del aborto carecen de fundamento. Algunos dicen, por ejemplo, que el bebé no nacido todavía no es un ser humano, porque depende totalmente de su madre. Sin embargo, cada ser humano depende de su ambiente. Ninguno de nosotros podría sobrevivir sin ayuda en el espacio sideral. Hay un ambiente que es esencial para nuestra supervivencia. Para el bebé no nacido, este ambiente es el vientre de su madre. Esto no lo hace indigno de protección.

Otros argumentan que el bebé no nacido carece de conciencia, porque antes de cierto punto, su cerebro no está desarrollado. Sin embargo, cada uno de nosotros entra en un estado inconciente cuando nos dormimos. Esto no nos hace perder el valor humano.

El tamaño del bebé no nacido a veces se menciona. He leído los argumentos de quienes dicen: ¿cómo se le puede dar valor a una combinación de unas pocas células? Lo que realmente quieren decir los que argumentan así es que el bebé no nacido no merece la protección de la ley, porque es muy pequeño.

Sin embargo, si lleváramos este argumento a su conclusión lógica, tendríamos que concluir que las personas altas tienen más valor que las bajas de estatura. Esto obviamente es ridículo. El tamaño de la persona no tiene nada que ver con su valor. Dios dice, No mates, y este mensaje es también para la mujer que decide que no le es conveniente tener un bebé ahora.

No nos dejemos llevar por el espíritu homicida de nuestra sociedad. Vivamos por la vida, respetando la imagen de Dios en cada ser humano. El enemigo se regocija cuando él ve deshonrada y destruida la imagen de Dios, pues él la odia. Nosotros hemos sido llamados a vivir de otra forma.

Nuestro Señor Jesús llevó este principio aun más allá. Veamos sus palabras en Mateo 5:21-22:

5:21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
5:22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

Estos versos nos dicen que

Dios nos llama a honrar su imagen en cada persona

Obviamente, la forma más clara de deshonrar el reflejo de la naturaleza espiritual divina en cada persona es por medio del homicidio. Sin embargo, Jesús aquí nos dice que la humillación, la degradación y la deshumanización también nos hacen culpables ante Dios.

Cuando nosotros le quitamos la dignidad a otro ser humano, tratándolo como si tuviera menos valor que nosotros, lo estamos matando con nuestras acciones. Cuando despreciamos a las personas, cuando los tratamos como si no tuvieran importancia, estamos ignorando la realidad de que son portadores de la imagen de Dios.

Sin pensarlo, nosotros cometemos este error cuando vemos a las personas como objetos. A veces juzgamos a otros por su apariencia, acercándonos sólo a los que alcanzan nuestro criterio de atracción. En otros casos, nos preguntamos solamente para qué nos podrá servir la persona.

Dios nos llama a distinguir y honrar su imagen en cada persona que conocemos. Cada ser humano merece respeto y amor, porque cada ser humano es portador de la imagen de Dios.

Dios es el dador de la vida. El ladrón viene a robar y a destruir; Cristo vino para que tuviéramos vida, y vida en abundancia. Si hemos conocido esta vida, somos llamados a compartir esa vida y honrar la vida que Dios ha dado a cada persona.

En lugar de colaborar con el enemigo en su plan de destruir la vida humana que representa la imagen de Dios, seamos colaboradores con Dios en su obra de restauración. Honremos la imagen de Dios en cada persona.

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