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Nuestro Padre celestial


Padre celestial

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Nuestro Padre celestial

El padre cristiano tiene una gran responsabilidad – y una gran oportunidad. Tiene el poder para influenciar, para bien o para mal, la vida de sus hijos. Tiene la oportunidad de dejar huellas sobre el futuro del mundo, mediante la forma en que trata a sus hijos.

Un estudio realizado en 1987 descubrió que el 60% de los violadores violentos había crecido en hogares sin padre. Para aquellos años, el porcentaje de hogares sin padre estaba entre el 20 y el 30%; claramente, la falta de padre perjudica el futuro del hijo.

Las niñas que crecen sin la presencia o la influencia del padre también se encuentran perjudicadas. Tienen más posibilidades de perder la virginidad siendo aún jóvenes, y de convertirse también en madres solteras. Es obvio que el padre juega un papel muy importante en el diseño divino para el hogar cristiano.

¿Qué nos dice la Biblia acerca del papel de padre? Nos muestra el valor y la importancia del padre, pues Dios es Padre, y él da honor al papel del padre llamándose por este nombre. De hecho, la Biblia nos muestra que

Tenemos un Padre perfecto en el cielo

Dando instrucciones a sus discípulos acerca de la forma en que se debían de tratar unos a otros, Jesús dice lo siguiente: “No llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo”. (Mateo 23:9)

Esta instrucción se da en el contexto de las instrucciones acerca de la forma en que se tratarían entre sí sus discípulos; es claro que se aplican a las relaciones en la iglesia, y no se aplican a las relaciones familiares. Jesús no nos prohíbe, en otras palabras, decirle “papá” a nuestro padre humano.

Más bien, nos señala una realidad grandiosa. Si somos creyentes, tenemos un Padre perfecto en el cielo. Ya mencionamos que la Biblia nos muestra la importancia del padre humano. Sin embargo, es interesante notar que la Biblia nos da pocos ejemplos de buenos padres humanos.

Aun los héroes bíblicos solían ser malos padres. David, por ejemplo, falló en la disciplina a sus hijos, como también lo hizo el sacerdote Elí. Los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob también fueron malos padres. La historia bíblica nos demuestra que es difícil encontrar a un padre humano que no tenga fallas.

Por esto, es tan importante llegar a conocer a nuestro Padre celestial, porque él es el único padre perfecto. Puede ser que nuestro padre humano haya dejado heridas en nuestro corazón debido a las fallas de su carácter. El pecado humano nos afecta a todos.

En Dios podemos encontrar ese Padre perfecto que llena perfectamente la necesidad de nuestro corazón. Medita en los atributos de nuestro Padre celestial, y aprende a relacionarte con él como Padre. Quiero mencionar sólo tres de estos atributos.

Nuestro Padre celestial, como Padre perfecto, es compasivo. Nos dice el Salmo 103:13: “Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos”. El Señor es paciente, es compasivo. Él conoce nuestras debilidades, y nos levanta una y otra vez cuando caemos.

Quizás tu padre no fue muy compasivo. Quizás te maltrató de maneras que dejaron cicatrices en tu cuerpo y en tu corazón. Quizás esperó hasta lo imposible de ti, sin aceptar que pudieras fracasar.

Gary Smalley y John Trent cuentan la historia de Keith Hernández, uno de los jugadores de béisbol más exitosos de nuestros tiempos. Ha recibido numerosos premios por los talentos que ha usado con tanto esmero en el deporte. Sin embargo, a Keith le faltó una cosa: la aprobación de su papá.

En una entrevista, contó la siguiente historia. Un día, Keith le dijo a su papá: Tengo un promedio en el bate de .300. ¿Qué más quieres que haga? Su papá le respondió: Algún día vas a mirar para atrás y decir: Pude haber hecho más.

¡Pude haber hecho más! El éxito no fue suficiente. ¿Cuántos padres hay que nunca están satisfechos con sus hijos? Les dicen: Eres una vergüenza para la familia. Esperé mucho más de ti.

Dios no es así. Él es compasivo. Conoce nuestras debilidades, y nos extiende la mano para levantarnos. Lo hizo enviando a su Hijo Cristo para ofrecerse en sacrificio por nuestros pecados, dándonos una segunda oportunidad.

Como buen Padre, Dios también es proveedor. Dice Santiago 1:17: “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes”. Todo lo bueno que tenemos viene de Dios. Él provee para cada necesidad de sus hijos.

Tristemente, la humanidad muchas veces no comparte esa provisión. Algunos se mueren del colesterol, mientras otros se mueren de hambre. La provisión de nuestro Padre celestial, sin embargo, es perfecta. Él ha derramado bendiciones sobre nosotros.

Puedes confiar en la provisión de tu Padre celestial. Aunque tu padre humano haya derrochado el dinero en el licor, o por algún otro motivo no haya suplido tus necesidades, puedes confiar en la bondad de tu Padre celestial. Confía en él. Pruébalo. Verás que él es fiel.

Como buen Padre, Dios tiene otra cualidad – una que a veces no nos gusta, pero nos conviene. Dios es disciplinador. Nos lo dice Proverbios 3:11-12: “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”. Dios nos disciplina en amor, para la formación de nuestro carácter y para acercarnos a él.

Quizás tuviste un padre humano que no te disciplino, sino que más bien te castigó con furia. O quizás, en lugar de ser muy severo, fue demasiado indulgente. Como resultado, no aprendiste a manejar tus impulsos, y te has metido en problemas como resultado.

Aprende a apreciar la disciplina amorosa del Señor, que es siempre para nuestro bien. Cuando su Espíritu te convence de algún pecado, no lo resistas; más bien, acepta con gratitud su dirección. Cuando las circunstancias de tu vida te lleven a reflexionar, considera lo que Dios está haciendo en ti para tu bien.

Tenemos un Padre perfecto en el cielo, y todos podemos disfrutar de su presencia y su poder en nuestras vidas. Podemos vivir como sus hijos, por medio de la fe en su Hijo unigénito, Jesucristo.

Este Padre celestial que tenemos todos hace un llamado especial a los padres humanos.

Nuestro Padre celestial llama a los padres humanos a reflejarle a sus hijos

Ningún padre humano es perfecto. Sin embargo, tenemos una responsabilidad suprema de ser lo mejor que podamos. La verdad es que las estadísticas nos muestran que hay mucho trabajo que hacer en esta área.

Según un estudio realizado en la Universidad de Cornell, los padres pasan un promedio de 37.7 segundos al día con sus hijos. ¡Esto es menos de 5 minutos a la semana! En cambio, los niños miran un promedio de 54 horas de televisión por semana.

¿Cuál tendrá más impacto sobre sus vidas? ¿Los cinco minutos con papá, o las 54 horas con esa pantalla? Padre, aprovecha la oportunidad que tienes de dejar huellas sobre la vida de tus hijos – antes de que sea muy tarde.

Dios te llama, en primer lugar, a instruir a tus hijos en la fe. Hay muchas personas que consideran que éste es el trabajo de la madre. Ciertamente hay que darle gracias a Dios por las muchas madres fieles que han impactado las vidas de sus hijos para bien.

Sin embargo, la Biblia pone mucho más énfasis sobre la responsabilidad del padre. Por ejemplo, Proverbios 4:1 nos dice: “Escuchen, hijos, la corrección de un padre; dispónganse a adquirir inteligencia”. El libro de Proverbios toma la forma de instrucciones que un padre le da a su hijo. Obviamente, Dios considera que los padres juegan un papel vital en la formación del carácter de sus hijos.

De igual manera, leemos en Proverbios 13:1: “El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión”. El hijo sabio escucha la corrección de su padre, pero… ¿qué del hijo cuyo padre lo no corrige? ¿Qué del hijo cuyo padre está muy ocupado en el trabajo, muy enfocado en el partido, muy entretenido con sus amigos, y no tiene tiempo para darle palabras de orientación y de dirección?

Claramente, si este niño crece sin formación moral y espiritual, el padre llevará la culpa. Si consideramos el ejemplo de los Proverbios, libro que a todos nos convendría leer repetidas veces, notamos que el padre ejemplar no sólo da instrucciones a sus hijos, sino que razona con él.

Es muy tentador decir al hijo: Haz esto, y no hagas aquello, porque yo te lo digo. El padre sabio, sin embargo, busca oportunidades para dar explicaciones a su hijo, para ayudarle a entender el por qué de las cosas, y sobre todo para ayudarle a ver el mundo desde una perspectiva cristiana.

Dios también llama a los padres a contar a sus hijos las proezas de Dios. Lo vemos en el Salmo 44:1. Dice así: “Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados”.

El salmista conocía las obras grandiosas de Dios porque su padre se los había contado. Padres, ¿les cuentan a sus hijos las obras grandiosas de Dios? No me refiero solamente a las historias bíblicas, aunque son muy importantes. También me refiero a la historia familiar de contacto con Dios.

¿Saben tus hijos cómo conociste al Señor? ¿Conocen la diferencia que ha hecho en la vida de la familia? Cuéntales lo que Dios ha hecho. Cuéntales de sus grandes obras. Que sus oídos oigan las grandes proezas del Señor, para que ellos también lo alaben.

Si vamos a instruir a nuestros hijos en la fe, y contarles las proezas de Dios, es necesario estar con ellos. Una de las pérdidas más graves que enfrentan muchas familias es la pérdida de la hora de comida familiar. Papá llega cansado del trabajo, los niños quieren ver su caricatura favorita, y lo más fácil es que todos coman por su lado.

Hermanos, no lo hagan. Propónganse comer juntos como familia por lo menos una vez al día. Apaguen los teléfonos celulares o dejen el contestador prendido. Apaguen la televisión. Siéntense juntos, y hablen como familia. Éste es un momento excelente para hablar de las tensiones de la vida, de orar juntos, y de leer algunos versos bíblicos o algún devocionario.

Tenemos que comer. ¿Por qué no hacerlo juntos? Estos momentos de compañerismo y de comunicación son oportunidades para ir creando lazos que durarán por siempre, lazos de amor hacia Dios y de comprensión familiar.

Padres, muestren a sus hijos la cara de nuestro Padre celestial. Ojala que algún día puedan decir: Pude ver a Dios en mi papá. Él me mostró cómo es el Señor. Que ésta sea nuestra meta hoy y siempre.

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