Desafiando a Dios


Desafiando a Dios

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Desafiando a Dios

El autor Juan Lawrence cuenta la siguiente historia de la ciudad de Mesina, Italia. Esta ciudad tenía muchos pobladores incrédulos y maléficos. El 25 de diciembre de 1908, fecha en la que se celebra el nacimiento de nuestro Salvador, un periódico publicó una parodia, burlándose de Dios y desafiándolo a mostrar su poder enviando un terremoto a la ciudad.

Tres días después Mesina se encontró al centro del terremoto más devastador de la historia europea. Se calcula que unas 100.000 personas perecieron en este terremoto en Mesina y las ciudades circundantes.

¿Será solamente una coincidencia? ¿Será por casualidad que el desastre tuvo lugar tan pronto después del desafío? Sólo podemos decir que, si fue coincidencia, fue una coincidencia muy grande.

Hoy estudiaremos acerca de un hombre que desafió a Dios, y veremos lo que le sucedió como resultado.

Lectura: Daniel 5:1-4

5:1 El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino.
5:2 Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.
5:3 Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.
5:4 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

La Biblia en general enfoca una perspectiva divina sobre la historia humana. Nos presenta los eventos importantes para Dios, sin ocuparse de los eventos que los seres humanos consideran importantes.

El libro de Daniel no describe la muerte de Nabucodonosor, el emperador que es tan importante en los primeros cuatro capítulos, y ni siquiera menciona a los tres emperadores que gobernaron en Babilonia después de la muerte de Nabucodonosor.

Tampoco menciona al padre de Belsasar, que era emperador titular de Babilonia durante los eventos del capítulo 5. Quizás por razones de salud, este hombre – llamado Nabonido – vivía en otra ciudad, desde la cual gobernaba; y había dejado a su hijo, Belsasar, como rey en Babilonia.

Según fuentes seculares, la conquista de Babilonia por los medos y persas ya estaba en pie, y Belsasar y sus nobles se habían refugiado detrás de los fuertes muros de la ciudad de Babilonia. Se consideraba que la ciudad era impregnable; los muros eran altísimos y gruesos, y las puertas fortificadas. Además, había dentro de la ciudad suficiente comida guardada para veinte años, así que no existía preocupación, a pesar de los ejércitos enemigos que rodeaban la ciudad.

Belsasar estaba haciendo algo fuera de lo común en aquel tiempo; se estaba dejando ver en público. Los reyes orientales consideraban que era marca de honor no dejarse ver mucho. Seguramente lo hizo porque se sentía muy macho, y quiso tener una gran celebración con sus nobles y sus mujeres, que eran muchas.

De repente se le ocurrió sacar los utensilios de oro que se habían saqueado del templo del Señor en Jerusalén. Habían estado guardados por más de cuarenta años, quizás por respeto a su proveniencia santa; Belsasar, sintiéndose señor de todo, decidió que serían apropiados para su fiesta, y los mandó traer. Veamos lo que sucedió entonces.

Lectura: Daniel 5:5-9

5:5 En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía.
5:6 Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra.
5:7 El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino.
5:8 Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación.
5:9 Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos.

La mano de Dios apareció sin truenos; simplemente empezó a escribir su mensaje en la pared. Sin embargo, el resultado fue escalofriante. En medio de la celebración, el rey miró con ojos enrojecidos por el vino aquella mano que escribía palabras sin sentido en la pared. ¿Qué podrían significar? Ninguno de sus sabios le pudo dar la respuesta.

Lectura: Daniel 5:10-17

5:10 La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro.
5:11 En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos,
5:12 por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación.
5:13 Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?
5:14 Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría.
5:15 Y ahora fueron traídos delante de mí sabios y astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido mostrarme la interpretación del asunto.
5:16 Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino.
5:17 Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.

La reina era la madre de Belsasar, y no su esposa; por esto no estaba presente en la fiesta. Probablemente era hija de Nabucodonosor, así que Belsasar sería nieto de este rey. Cuando la reina se refiere a Nabucodonosor como padre de Belsasar, usa un modismo común en el Medio Oriente. La palabra «padre» se aplicaba a cualquier antepasado, no solamente el padre directo de una persona. Esta costumbre reaparece, por ejemplo, en las genealogías del Señor Jesús.

Ella recordaba las historias acerca de Daniel, aunque Belsasar las había olvidado; y le recomendó consultar con él. Cuando Daniel llegó, mostró que no le interesaban los galardones humanos; sabía que el reino de Belsasar estaba condenado. La verdad es que nada de este mundo es duradero; todo es temporal.

Lectura: Daniel 5:18-31

5:18 El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la majestad.
5:19 Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba.
5:20 Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria.
5:21 Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place.
5:22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto;
5:23 sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste.
5:24 Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura.
5:25 Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.
5:26 Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin.
5:27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.
5:28 PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas.
5:29 Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino.
5:30 La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos.
5:31 Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.

Belsasar había oído acerca de lo que le sucedió a su abuelo, Nabucodonosor; cómo éste había sufrido la ignominia de vivir como animal por siete años, castigo por su orgullo y por no honrar al Señor. Debería de haber tenido la inteligencia suficiente para no cometer el mismo error.

Belsasar se parecía a aquella persona que ve el letrero que dice, pintura mojada, y tiene forzosamente que ir a tocar la pared para ver si es cierto o no. A pesar de haber oído de la experiencia de su abuelo, Belsasar no aprendió la lección. El mismo se enorgulleció, y como resultado sería castigado.

Lo que los consejeros de Belsasar eran incapaces de interpretar Daniel en el poder de Dios pudo. Nunca olvides que uno con Dios es mayoría. La gran cantidad de consejeros, adivinos, sabios y magos que tuvo este rey se quedaron atónitos ante la escritura en la pared, pero Daniel supo en el poder del Señor lo que quería decir.

En arameo, el idioma del imperio babilónico, como también en el hebreo clásico, no existían vocales. Una combinación de letras, entonces, podría tener varios significados, y el significado sólo era claro según el contexto.

Las cuatro palabras que aparecieron en la pared parecían ser tres pesos de moneda: una mina, una mina, un shekel y medio shekel. Es como si la mano hubiera escrito un dólar, medio dólar y un centavo.

No quedaba claro el significado de estas palabras. Bajo inspiración del Señor, sin embargo, Daniel entendió que las consonantes escritas en la pared tenían otra vocalización, y les dio el significado correcto. Su significado, de acuerdo con Dios, era algo así: contado, pesado y dividido.

En otras palabras, los días de Belsasar estaban contados; el rey había sido pesado en las balanzas, y habiendo sido encontrado falto, su reino sería dividido. Al oír Belsasar la profecía de Daniel, le dio los honores que había prometido al que le interpretara lo escrito en la pared.

Quizás por medio de este gesto pretendía ganarse la aprobación del Dios de Daniel. De cualquier manera, no funcionó; esa misma noche, los invasores entraron a Babilonia, y Belsasar fue asesinado. El imperio babilónico, que había llegado a tal extensión, pasó a manos de los medos y persas, y Darío llegó a ser rey en Babilonia.

Los medos usaron una estratagema brillante para entrar a la ciudad. Construyeron una represa para cambiar el flujo del río que corría a través de la ciudad de Babilonia. Los babilonios habían construido barreras para impedir que se entrara a la ciudad por el río, pero estas barreras sólo llegaban hasta la superficie del agua.

Cuando bajó el nivel del agua, entonces, los invasores pudieron entrar y tomar por sorpresa a los que se sentían tan confiados adentro. Nosotros sabemos que esto no fue resultado solamente de la astucia de los medos, sino que fue dispuesto por la voluntad de Dios, pues El le avisó con anticipación a Belsasar de lo que iba a suceder.

Pensemos por unos momentos en los tres principales participantes en la escena que se nos ha descrito. Primeramente, tenemos a Belsasar. Este rey lo tenía todo. Su padre estaba lejos, y le permitía hacer lo que le diera la gana en Babilonia. Tenía todo lo que este mundo puede ofrecer.

Seguro en sí mismo, viviendo una vida de sensualidad y de fiestas, no reconocía el gran peligro que corría. ¡Cuántos viven hoy en la misma situación! Se sienten muy seguros de sí mismos, considerando que la vida la tienen segura, disfrutando de todo lo que este mundo puede ofrecer.

No se dan cuenta del gran peligro que corren. En cualquier momento el hilo delgado que sostiene su vida en este mundo se podría romper, y se encontrarían en manos del Dios de quien se han burlado por tanto tiempo. Espero que ninguno de nosotros esté en esta situación. Si lo estás, no seas como Belsasar. Aprende del ejemplo de otros.

Pensemos ahora en Daniel. Es difícil de imaginar una diferencia más grande que la que separa a Daniel de Belsasar. El rey fanfarrón se dejaba ver por todos, aunque no era la costumbre entre los monarcas orientales; su presencia en la fiesta con sus nobles demuestra su orgullo. Daniel, en cambio, no estaba interesado en el mundo y sus honores. El había vivido lo suficiente como para saber lo que realmente importaba.

Belsasar desconocía de Daniel; su madre le tuvo que hacer saber que Daniel podría interpretar lo escrito. Daniel ahora era un anciano que vivía olvidado, a pesar de su servicio fiel a Nabucodonosor y todo lo que había hecho; sin embargo, se mantuvo fiel a Dios, y estuvo a la orden para servirlo cuando se presentó la oportunidad.

Como Daniel, quizás tú estás sirviendo al Señor, o lo has servido – y parece que todos se han olvidado de ti. Te has sacrificado, has entregado tu vida a servir a Dios, pero y parece que a nadie le importa. Considera a Daniel: Belsasar ni siquiera sabía su nombre, pero Dios sí. Los nombres de los nobles que fueron tan honrados por Belsasar han pasado al olvido, pero el sabio judío fue recordado por Dios, y por inspiración de Dios en su Palabra, hasta nosotros sabemos de él.

Aunque todos olviden lo que tú haces o has hecho para servir al Señor, El lo sabe – y te dará tu galardón en el momento indicado. Dios es, en realidad, el tercer y más grande personaje que aparece en este capítulo. Dios se muestra como celoso, como uno que no desea que su gloria sea deshonrada.

Hermanos, es cosa sería desafiar a Dios. Dios es paciente, Dios es generoso, Dios es amoroso; pero llega un momento en que El dice, ¡Basta ya! Para Belsasar, ese momento llegó cuando usó los utensilios sagrados del templo de Dios para una fiesta desenfrenada.

Sólo tú sabes cuándo podría llegar ese momento en tu vida. No juegues con Dios. No lo desafíes. No lo deshonres, pensando que te dará una y otra oportunidad. Arrepiéntete ya, si estás viviendo en rebelión o en desafío, antes de que sea muy tarde. Mientras el enemigo aún esté fuera de tu ciudad, oye la voz de Dios; y El te librará.

Si resistes a Dios y lo desafías en tu vida, encontrarás que es un enemigo implacable; en cambio, si te arrepientes y te humillas ante El, descubrirás un Dios de misericordia, un Padre amoroso y bueno. ¿Cuál será tu decisión hoy?

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