La multitud incontable


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La multitud incontable

El Antiguo Testamento nos cuenta la historia del primer gran esfuerzo unido de la humanidad. Los hombres se unieron para construir una torre que llegara hasta el cielo. Su propósito: «De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra» (Génesis 11:4).

Su actitud es notable por su rebeldía. En primer lugar, al querer construir una torre que llegara al cielo, deseaban invadir el cielo por la fuerza. La gran mayoría de las culturas primitivas retienen el concepto de un Dios celestial; estos hombres primitivos sabían que la morada de Dios estaba en el cielo.

Más tarde, Dios haría bajar una escalera del cielo ante Jacob; en Babel, los hombres querían subir por su propia cuenta. Su rebeldía también se hace patente en su deseo de desobedecer el mandato que Dios había dado a Adán y Eva, el mandato de llenar la tierra. Dios deseaba que cada continente fuera poblado, pero estos hombres querían quedarse en un solo lugar.

Frente a esto, Dios decidió confundir los idiomas de las familias. Por acción divina, los diferentes clanes empezaron a hablar diferentes lenguajes, estorbando la comunicación y la colaboración que eran esenciales para su proyecto. Desde entonces, la variedad de culturas, de lenguajes y de etnias se ha multiplicado. Actualmente hay miles de idiomas, dialectos y culturas alrededor del mundo.

Sin embargo, la Biblia nos enseña que lo que Dios hizo, El también deshará. El plan de Dios es formar para sí un pueblo compuesto por representantes de cada nación. Los profetas del Antiguo Testamento dieron pistas acerca de este plan divino, pero fue hasta el día de Pentecostés que se reveló más plenamente.

En ese día, Dios dio a los apóstoles el don de hablar en muchos idiomas, para que los que visitaban Jerusalén de muchas partes pudieran oír el evangelio en su propio idioma. No les exigió que aprendieran el idioma hebreo; les dio el mensaje en su propio idioma.

Hoy veremos, en la visión de Juan, el cumplimiento de este gran propósito divino – un propósito del cual cada uno de nosotros, si es creyente, forma parte.

Lectura: Apocalipsis 7:1-9

7:1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.
7:2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
7:3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.
7:4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
7:5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.
7:6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.
7:7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.
7:8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

Dios tiene un mensaje muy importante para nosotros en este pasaje. Comprender ese mensaje, sin embargo, puede ser una tarea algo complicada, pues los símbolos y expresiones que se usan para comunicarla son extraños para nosotros. Usaremos dos preguntas como herramientas para analizar esta porción de la revelación divina.

¿Quiénes son los 144.000?

Hay quienes toman este número de una forma literal. Si tomamos el número de forma literal, es decir, como exactamente 144.000 personas, entonces tenemos que tomar de forma literal todo lo demás que se nos dice acerca de este grupo. Tendrían que ser judíos, tendrían que ser hombres y tendrían que ser vírgenes, pues dice el capítulo 14, verso cuatro: «Estos no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes».

Muchos de los que toman el número 144.000 de una forma literal dan una interpretación simbólica a otros de los detalles. Esto representa una incoherencia. O es totalmente simbólico, o es totalmente literal. Hay varias razones que nos llevan a dar una interpretación simbólica al número.

Por un lado, tenemos el detalle de que Juan oye en el verso 4 el número de los sellados, pero ve en el verso 9 la multitud incontable, tomada de todas las naciones. Esto nos lleva a pensar que son dos referencias al mismo grupo.

Hay otra razón aun más concluyente. Si tomamos a los 144.000 de una forma literal, tenemos que concluir que representan la restauración de Israel profetizada, por ejemplo, en Romanos 11 y Ezequiel 48. Estos pasajes nos enseñan que, en el futuro, la nación judía regresará al Señor en forma masiva.

Sin embargo, cuando Ezequiel profetiza la restauración de Israel, su lista de las tribus empieza con la tribu de Dan. En cambio, en la lista que nos relata Juan, ¡Dan no aparece!

Concluimos, entonces, que la descripción de los 144.000 que Juan oye representa una realidad espiritual y no numérica. El número 144.000 representa a las 12 tribus de Israel, multiplicado por 12, multiplicado por 1.000. El número 1.000 representa la plenitud y la perfección. Este número, entonces, significa que la multitud que Juan ve empezando en el verso 9 es lo mismo que los 144.000 que él oye descritos.

¿Qué significa todo esto? Significa que esta multitud es el cumplimiento del plan divino que empezó con la selección de la nación de Israel. Este es, en otras palabras, el pueblo perfeccionado de Dios. Empezando con su promesa a Abraham, Dios ha tenido como propósito separar para sí un pueblo que le perteneciera. Esta multitud es la realización de ese propósito divino. Ese grupo incontable que vio Juan es el pueblo de Dios.

Ahora podemos comprender las referencias de los primeros cuatro versos. Los vientos representan los juicios que han de venir sobre la tierra al final, simbolizados por el sexto sello. Antes de que vengan estos juicios, los elegidos de Dios son sellados. ¿Con qué sello? Con el Espíritu Santo – Efesios 4:30 nos dice: «No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención».

Esto significa que el pueblo de Dios está sellado y separado por El, mediante su Espíritu Santo. Pase lo que pase en esta tierra, el pueblo de Dios está separado para El. Su ira no caerá sobre su pueblo.

Recordemos lo que le sucedió al pueblo de Israel cuando estuvo cautivo en Egipto. Dios mandó plagas sobre Egipto para cambiar el corazón del Faraón. Las plagas, sin embargo, no cayeron sobre los israelitas. A la tierra de Gosén, donde vivían, no llegó el juicio divino.

Los israelitas sufrieron el maltrato de los egipcios, pero no sufrieron las plagas divinas. De igual manera, el pueblo de Dios será protegido de los juicios que El mandará sobre el mundo en los días finales.

Quizás suframos el rechazo de los hombres, pero no enfrentaremos el juicio divino. Cuando se abre el sexto sello y se desata el caos, los elegidos de Dios ya están sellados. Si tú has recibido a Cristo como tu Señor y Salvador, tienes ese sello en la frente. Puedes vivir confiado, porque tu destino está seguro en las manos de Dios. Sigamos leyendo para contestar la segunda pregunta.

Lectura: Apocalipsis 7:10-17

7:10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
7:11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,
7:12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
7:15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

La segunda pregunta es ésta:

¿Por qué hay representantes de cada nación en la multitud?

Esta multitud representa el triunfo de la predicación global del evangelio. Jesús mismo nos dijo: «Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin» (Mateo 24:14). El evangelio tiene que predicarse en todo el mundo, para que personas de cada nación puedan creer y recibir la salvación.

Estas personas están de pie ante el trono en túnicas blancas, representando su victoria; como los que le dieron la bienvenida a Jesús en su entrada triunfal, aclaman a su Rey con ramas de palma. Declaran esta gran verdad: «¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».

Esa es una gran verdad. Sólo por medio de Cristo, el Cordero inmolado, podemos hallar la salvación. Los ángeles sólo pueden dar eco a nuestra alabanza, pues ellos no han tenido el privilegio de ser salvados.

Pero ahora uno de los ancianos, estas figuras angelicales que rodean el trono y sirven a Dios, le hace una pregunta a Juan: ¿Quiénes son estas personas? Juan da la misma respuesta que daríamos tú o yo: ¡No sé!

Esta multitud, en las palabras del ángel, está saliendo de la gran tribulación. Jesús dijo a sus discípulos: En este mundo afrontarán aflicciones, y en griego, la palabra traducida «aflicciones» es la misma que en Apocalipsis se traduce «tribulación. La historia de los últimos días, esta era que estamos viviendo hasta que regrese Jesucristo, será de tribulación para el pueblo de Dios, culminando en un gran tiempo de persecución antes del fin.

Esta multitud representa a las personas que saldrán vencedoras de la persecución de los últimos días, y por extensión, a todo creyente. El mensaje es éste: si Dios es capaz de proteger a su pueblo durante el periodo de más intensa persecución, si Dios es capaz de rescatar a un pueblo para sí aun en medio de la gran tribulación, ¡será más que capaz de protegernos a ti y a mí!

¿Cuál es la clave para la victoria de esta multitud? Está en el verso 14: sus túnicas blancas, túnicas de vencedor, han sido lavadas en la sangre del Cordero. La única manera en que podemos vencer es por medio de la sangre que Jesús derramó por nosotros.

Por fe, recibimos el beneficio del sacrificio de Cristo. Sólo así podemos tener la vestimenta apropiada para ese gran día. Entonces disfrutaremos de todas las bendiciones que mencionan los versos 15-17. Así hallaremos nuestro verdadero propósito en la presencia de Dios, sirviéndole en gozo y paz por siempre.

La primera pregunta que cada uno de nosotros tiene que hacerse a sí mismo es ésta: ¿Formaré parte de ese grupo? ¿He lavado mi ropa en la sangre del Cordero? Si tu ropa todavía está manchada con tus pecados, ven hoy a Cristo para lavarte y recibir la salvación.

La segunda pregunta que nos tenemos que hacer: ¿Qué estoy haciendo para impulsar la extensión del evangelio a cada nación? Dios nos ha encomendado a nosotros la tarea de llevar ese mensaje. Nos ha dicho: «Id y haced discípulos a todas las naciones» (Mateo 28:19a).

Hace poco, algunos de nosotros aprendimos el sistema OSO para cumplir ese mandato. El sistema es Orar, Servir y Ofrendar. De esta manera, todos podemos apoyar la extensión del evangelio a todas las naciones. Oremos, sirvamos y ofrendemos para que crezca esa gran multitud de los redimidos.

Que la paz de nuestro Señor JesusCristo siempre este con ustedes!

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