Los seis sellos


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Los seis sellos

Cuando era niño, sufrí la tortura dental que son los frenos. Mis padres se sacrificaron para que pudiera tener una dentadura alineada, y ahora se lo agradezco. En aquel entonces, sin embargo, sólo lo asociaba con el sufrimiento.

Llegaban las citas regulares en las que visitaba al dentista, y yo sabía que me iba a ajustar los alambres que me apretaban los dientes – y causarme dolor. A ninguno de nosotros nos gusta visitar el dentista, pero por lo menos podemos tener esperanzas de no sentir mucha molestia. Yo sabía que me iba a doler.

Mis padres empezaron a llevarme a un restaurante que quedaba cerca de la oficina del dentista. Después de la cita, íbamos a comernos unos helados. Debido a la distancia que quedaba de la casa, era casi la única ocasión en la que visitaba ese restaurante. De repente, mis visitas al dentista empezaron a tomar otro giro.

¿Me dolían todavía? ¡Claro que sí! Sin embargo, yo sabía que era necesario soportar el dolor de esa visita para poder disfrutar de los helados que me comería después.

Esta historia de mi niñez tiene cierto parecido a lo que veremos hoy en el libro de Apocalipsis. Quizás ustedes hayan tenido alguna experiencia similar. Si la recuerdan, comprenderán mejor lo que Dios nos dice en su Palabra.

Lectura: Apocalipsis 6:1-8

6:1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.
6:2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.
6:3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.
6:4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
6:5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.
6:6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
6:7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.
6:8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

Este capítulo es parte de la escena que incluye los capítulos 4 y 5. Como recordarán, Juan fue llevado en el Espíritu al cielo, donde vio el trono de Dios. En la mano del Padre estaba el rollo, el testamento de la herencia reservada; pero nadie era digno de abrirlo. Por fin, se presentó Uno que sí tuvo el derecho de hacerlo.

Se trata del Cordero sacrificado, el Cordero que con su muerte pagó por nuestros pecados. Ahora el Cordero tiene en la mano el rollo, y empieza a abrir los siete sellos que lo mantienen cerrado. Para poder abrir el rollo y leerlo, es necesario romper los sellos.

Si el rollo representa la consumación y la herencia reservada en el cielo para los elegidos, cada sello roto representa algo que tiene que suceder antes de que se pueda abrir. Si no se rompen los sellos, no se puede abrir el rollo; si no se abre el rollo, jamás llegarán las bendiciones prometidas; jamás llegará la renovación de todas las cosas.

Cada vez que el Cordero rompe uno de los primeros cuatro sellos, uno de los cuatro seres vivientes llama a salir un jinete. Los seres vivientes son agentes angelicales de Dios. Esto significa que los desastres descritos son permitidos por Dios.

Por una parte, estos sufrimientos representan juicios de Dios sobre la humanidad incrédula y desobediente; para el creyente, sin embargo, sirven como señales de que el plan de Dios se está realizando. Con los ojos de la fe, estos eventos tan trágicos nos sirven como recuerdos de que Dios está realizando su plan.

¿Cuándo empiezan estas cosas? Ya han empezado. 1 Juan 2:18 dice: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo”. Estamos viviendo en los días finales, y todos estos eventos pertenecen a la era antes de la consumación.

Nos puede parecer extraño que los últimos días hayan durado ya casi 2.000 años, pero recordemos que el tiempo divino es distinto al nuestro. Jesús mismo les avisó a sus discípulos acerca de estos eventos. Cuando él hablaba con sus discípulos sobre el Monte de los Olivos, describió los mismos eventos en el mismo orden, y luego dijo: “Todo esto será apenas el comienzo de los dolores” (Mateo 24:8).

Consideremos más a fondo a los primeros cuatro jinetes. Primero está el que cabalga sobre caballo blanco. ¿Quién es este personaje? Algunos lo han identificado con Jesucristo, pues más tarde en el libro de Apocalipsis se le describe de una forma muy parecida.

Sin embargo, sería extraño que él abriera los sellos, y al mismo tiempo fuera jinete. Esta idea crearía un conflicto en la visión. Es más, es imposible que un ángel le mande a Jesucristo, pero el ser viviente le dice al jinete: ¡Ven!

Las palabras de Jesucristo en Mateo 24 nos dan la respuesta. La primera cosa que él menciona, dentro de las señales antes del fin, es la llegada de falsos Cristos (Mateo 24:5: “Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”). El jinete sobre el caballo blanco, entonces, es el espíritu del anticristo, que según Juan ya está en el mundo. Se parece a Cristo porque lo está imitando.

Esto significa, hermanos, que no nos debe de sorprender que haya muchas personas haciéndose pasar por Jesucristo, y engañando a muchos. A veces la gente me pregunta: ¿Por qué permite Dios tal engaño? Aquí está la respuesta. Es parte de lo que tiene que suceder antes del fin, para separar a los creyentes verdaderos de los falsos. Tengan cuidado, y no se dejen engañar.

El segundo jinete cabalga sobre un animal rojo como la sangre. Representa la matanza y la guerra, incluyendo la persecución de los creyentes. La guerra siempre ha sido parte de la historia, pero parece que cada día va de mal en peor. El siglo XX fue el siglo más sangriento de la historia humana, y el siglo XXI no se ve nada mejor.

Dicho sea de paso que no debemos de tomar esta realidad como pretexto para dejar de buscar la paz. Jesús pronunció su bendición sobre los pacificadores. Hay cristianos que trabajan para que haya paz, y debemos de apoyar su esfuerzo. Reconocemos, sin embargo, que la guerra no se acabará por el simple esfuerzo humano.

El tercer jinete trae hambre. Hasta el día de hoy, una gran porción de la población humana vive con el hambre. ¿Debemos dejar de tratar de darles de comer? ¡Claro que no! Pero cuando vemos el hambre que hay, lo reconocemos como señal de que el fin se aproxima.

Los detalles demuestran que se habla de un hambre seria, pero no mortal. Un kilo de trigo alcanza para alimentar a una persona; en sequía moderada, las cosechas de cereales se pueden ver afectadas, pero las viñas y los olivos siguen produciendo. La imagen, entonces, es de una situación tal que el trabajo de un día sólo alcanza para que uno coma, pero no para más.

Esta situación se ha presentado en muchas partes del mundo; quizás algunos de ustedes la han vivido. En semanas futuras veremos que el hambre más extrema llega más adelante. Los sellos representan eventos que suceden a través de la era actual, los últimos días.

El caballo pálido o amarillento representa la muerte. Este caballo tiene el color de un cadáver. Su poder es limitado, porque sólo tiene poder sobre la cuarta parte de la tierra. En diferentes momentos de la historia, las plagas han matado a muchas personas. Se calcula, por ejemplo, que la cuarta parte de la población europea murió por la plaga bubónica durante el siglo XIV.

Con todos los avances médicos que existen, las plagas aún matan a muchos. Actualmente se teme al bio-terrorismo, mediante el cual se podría desatar una ola de plagas por medios artificiales. El cuarto jinete no ha dejado de cabalgar.

Es interesante que, aún en nuestra era moderna, las personas mueren por las fieras, como se vio recientemente con Steve Irwin, el caza-cocodrilos. También se han visto casos recientes de algunas pocas personas matadas en los Estados Unidos por pumas.

¿Qué significa esto? Significa que la ira de Dios es una realidad presente, como también futura. Como dice Pablo: “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1:18).

Esto no significa que cada persona que sufra del hambre o que haya sido matada por una fiera sufre por su propio pecado. Hace poco mi ciudad natal fue estremecida por un terremoto leve, pero esto no indica necesariamente que los pobladores de Lima sean más malvados y pecadores que los de La Paz o Montevideo.

Más bien, son juicios generales que vienen sobre toda la humanidad. Estas señales nos deben de llevar al arrepentimiento. Nos sirven como un aviso de que el plan de Dios se está desarrollando, y que el rollo sigue en manos del Cordero.

Continuemos ahora con nuestra lectura.

Lectura: Apocalipsis 6:9-17

6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.
6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
6:11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
6:12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
6:13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
6:14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
6:15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
6:16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
6:17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

Los últimos tres sellos son algo distintos a los primeros cuatro. Aquí vemos los sellos cinco y seis; el séptimo llega en el capítulo ocho. El quinto sello habla de una realidad que es también constante a través de la era que llamamos los últimos días. Es la realidad del martirio de los creyentes.

Observen la diferencia de presentación entre los primeros cuatro sellos y el quinto. Los primeros cuatro representan los juicios que Dios permite sobre la humanidad desobediente. Dios suelta a los poderes demoníacos que causan estos terrores. Entre esa humanidad, sin embargo, hay muchos que sufren injustamente.

Los mártires por la causa del Señor – de los cuales hay muchos, hasta el día de hoy – son vistos por Juan clamando por justicia. Son sacrificios aceptables a Dios. Dios promete hacer justicia y vengar a cada persona que sufra injustamente por su causa: “La venganza es mía, yo pagaré -dice el Señor” (Romanos 12:19).

Esto significa que, cuando sufrimos por causa del Señor, puede parecer que nada nos separa del mundo. Ellos sufren, y nosotros sufrimos; ¿cuál es la diferencia? Aquí vemos cuál es la diferencia. Es que Dios está atento al llamado de sus fieles que sufren por amor a El. Sus oraciones son preciosas ante El, y El no tardará en hacer justicia. Recuerda esto cuando te toque sufrir por el Señor.

El sexto sello representa la llegada del fin. Las señales celestiales son evidencias que se repiten vez tras vez en la Biblia en conexión con el final. Debido a esto, quizás deberíamos de tomarlos con un sentido más simbólico que literal. Estas frases, en otras palabras, describen el desorden y la destrucción del sistema mundial. Describen el caos.

Frente a esto, los que se han burlado de Dios – tanto los pobres como los ricos, los poderosos y los indigentes – buscarán escapatoria, y no la hallarán. Les pedirán a las montañas que se caigan sobre ellos, prefiriendo ser aplastados por las montañas a enfrentar la ira de Dios – pero no habrá salida.

Los profetas han anunciado la llegada de ese día por siglos. Sabemos que llegará. La Palabra de Dios es infalible. Llegará un día en el que todas las protecciones que la humanidad ha creado – todos sus sistemas financieros, todos sus ejércitos, todos sus complicados sistemas gubernamentales se vendrán abajo – ¿quién los protegerá entonces?

En ese día, cada ser humano tendrá que darle razón a Dios por la forma en que ha vivido su vida. ¿Te encontrarás tú entre ese grupo que grita a los montes y las peñas para que te escondan? ¿O estás dispuesto a sufrir ahora – sufrir el desprecio de tus amigos, sufrir el rechazo quizás de tu familia, sufrir el desdén de este mundo – para que Cristo te reconozca como suyo?

El caos que crece cada día a nuestro alrededor es como esa visita mía al dentista. Duele y es desagradable. Sin embargo, viene la gran cena. Todas estas cosas representan el rompimiento de los sellos, y el rollo está en manos del Cordero. Tú, ¿dónde estás?

Que la gracia divina de nuestro Señor JesusCristo decienda sobre nosotros.

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