Hombre y mujer a imagen de Dios
¿Cuál debe ser la relación entre el hombre y la mujer? Con sólo plantear la pregunta, muchas personas sentirán un toque de reacción. Muchos han sido lastimados en familias, trabajos y hasta iglesias que no tienen una perspectiva bíblica sobre el asunto.
El mundo parece ofrecernos solamente dos formas de responder a esta pregunta. Por un lado está el machismo. El clásico machista dice: Soy hombre, y las mujeres están para servir mis antojos. El hombre, bajo este sistema, tiene el poder social, y la mujer pretende alcanzar el poder mediante el uso de su atracción sexual. Es un sistema deshumanizante, aunque parece divertido por un tiempo – para algunos.
Por el otro lado está el feminismo. Este movimiento empezó en el siglo XIX con metas muy lógicas: el voto para las mujeres, educación y oportunidades laborales. En las últimas décadas el movimiento se ha radicalizado, a tal grado que muchas feministas actuales consideran que todos los problemas de la mujer nacen de su opresión por los hombres a través de la historia.
La solución, según estas personas, es que la mujer declare su libertad total, que tenga libertad para tener hijos o para abortarlos, si le da la gana, y que se borren las diferencias entre los hombres y las mujeres. Esta postura choca contra las obvias diferencias biológicas que existen entre los hombres y las mujeres. La mujer «liberada» de hoy, que trata de tenerlo todo – familia, carrera y libertad – se termina preguntando por qué está tan cansada y por qué se siente tan culpable.
La respuesta a esta encrucijada está en buscar la verdad bíblica acerca de la relación entre los sexos. ¿Por qué nos creó Dios como hombres y mujeres? La vanguardia cultural insiste en que las distinciones sexuales son simplemente creaciones sociales, productos de la sociedad humana, y que el individuo liberado los puede aceptar o rechazar a su antojo.
La Biblia, en cambio, nos enseña que la distinción entre hombre y mujer – y la relación mutua que existe entre los sexos – refleja la realidad más básica del universo. El hombre y la mujer juntos reflejan el ser de Dios. Dios creó al hombre y a la mujer juntamente a su imagen.
Pongamos algunas bases bíblicas para comprender, desde la perspectiva divina, la razón por la que Dios nos hizo hombres y mujeres. Empecemos desde el principio.
Lectura: Génesis 1:26-27
1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Vemos en este pasaje un anticipo de la Trinidad, ya que Dios dice: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza». Se han ofrecido varias explicaciones del plural hagamos, pero ninguna es convincente. Sólo tiene sentido este pasaje si comprendemos que las tres Personas de la Trinidad – Padre, Hijo y Espíritu Santo – están deliberando entre sí.
El resultado de la deliberación es la creación del ser humano a imagen de Dios. Ahora bien, puede surgir cierta confusión en este punto. En las traducciones más antiguas, leemos: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó». Alguien podría leer este texto, y pensar que sólo el hombre está creado a imagen de Dios.
En los idiomas bíblicos, sin embargo, tanto el griego como el hebreo, hay una palabra que denota al ser humano y otro que se refiere al hombre a distinción de la mujer. El idioma castellano carece de esta colección exacta de palabras. La palabra «hombre» puede referirse al ser humano en general, o puede referirse al ser humano masculino.
Para evitar esta confusión, varias traducciones modernas ponen «ser humano» en lugar de «hombre». Esto evita el error de pensar que sólo el varón ha sido creado a la imagen de Dios. El texto dice claramente que varón y hembra han sido creados a la imagen de Dios.
Esta era una realidad revolucionaria en el mundo antiguo. La mayoría de las culturas a través de la historia humana han menospreciado a la mujer. Para tomar solamente un ejemplo, en muchas culturas la educación de la mujer se consideraba de poca importancia o imposible. El machismo es una expresión de esta mentalidad que es tan antigua como el pecado mismo.
¿Qué dice Dios? Dice que tanto hombre como mujer son creados a su imagen. Todo lo que implica la imagen de Dios es posesión tanto del hombre como de la mujer. El valor del ser humano surge de su creación a la imagen de Dios, y tanto hombre como mujer poseen esta imagen. La Biblia no da cabida al machismo.
Es tan triste ver cómo, en países como India y China, se abortan a las niñas porque se prefiere al hombre. Dios no valora a un sexo sobre el otro. Tanto el hombre como la mujer son creados a la imagen de Dios, y poseen esta imagen.
Esta realidad se refleja en el establecimiento del pacto de salvación. La voluntad salvadora de Dios alcanza tanto a hombres como a mujeres sin distinción.
Lectura: Gálatas 3:28
3:28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
En Cristo, Dios no ama más al judío que al gentil. No ama más al que es de buena posición. No ama más al hombre que a la mujer. Ante él, todos tenemos el mismo valor. Para la salvación, no hay distinción de género.
Hermana, Cristo te amó tanto que dio su vida por ti. Hermano, no tendrás que darle permiso a tu mujer para que ella entre al cielo. Quizás algunas de ustedes, damas, han sentido toda su vida que no importan, que no valen nada, que su único valor viene de algún hombre.
No crean estas mentiras del enemigo. Jesús dio increíble valor a las mujeres. Las escogió para ser portadoras del mensaje de su resurrección. En una cultura que no daba peso al testimonio de la mujer en las cortes legales, Jesús escogió a mujeres para ser testigos de que la tumba estaba vacía.
Es más, antes de aparecerse a los once discípulos, Jesús habló con una mujer – María Magdalena. Jesús respetó y honró a las mujeres. Los que somos sus discípulos hemos sido llamados a ser como él. Por este motivo, no hay lugar en la iglesia para el machismo.
De hecho, la Biblia nos enseña que la falta de respeto hacia las mujeres resulta en una pérdida de poder espiritual.
Lectura: 1 Pedro 3:7
3:7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
El apóstol Pedro aquí dice a los esposos que, si no tratan con el debido respeto a sus esposas, sus oraciones serán estorbadas. El favor de Dios no descansará sobre un hogar donde haya opresión, violencia u obligación. Dios llama a los esposos a honrar a sus esposas, así como Jesús honró a las mujeres que lo seguían.
Tomando todo esto en cuenta, sin embargo, hay algo más que debemos de saber. Dios ha dado papeles diferentes al hombre y a la mujer en el hogar y en la iglesia. La solución al machismo o al feminismo no es tratar de borrar toda distinción entre los sexos; la solución es comprender los papeles distintos pero complementarios que Dios ha dado a los hombres y a las mujeres.
Hablemos primero del hogar.
Lectura: Efesios 5:22,25
5:22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos,como al Señor;
5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
5:24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella
Dentro del hogar, la esposa es llamada a la sumisión, mientras que el esposo es llamado a cuidar de su esposa, a amarla, a valorarla. El papel de la esposa es de apoyo a su esposo, y el papel del esposo es de sacrificio por su esposa. En la sumisión voluntaria de la mujer y el sacrificio voluntario del hombre se refleja la relación entre el Señor Jesús y su iglesia.
Dios también reserva ciertas posiciones de autoridad dentro de la iglesia para los hombres. Antes de examinar más este tema, debemos de reconocer el error que se ha cometido a veces en la iglesia de excluir a las mujeres de posiciones que podrían ser suyas. La mujer tiene una capacidad para comprender las cosas que Dios que iguala la capacidad del hombre. En muchos casos, la perspectiva femenina complementa y completa la perspectiva varonil.
Sin embargo, la posición de anciano, que comprende el pastorado, bíblicamente está limitado al hombre. Podemos ver esto en 1 Timoteo 2:11-15. Leámoslo.
1 Timoteo 2:11-15
2:11 La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.
2:12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
2:13 Porque Adán fue formado primero, después Eva;
2:14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.
2:15 Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.
Se había presentado en la iglesia de Éfeso, donde servía Timoteo, un error que estaba siendo propagado por las mujeres. No tenemos un registro seguro de este error, pero sabemos que Éfeso era centro de la adoración de la diosa Artemisa. Es muy probable que el error que se introdujo en la iglesia de Éfeso era una mezcla de la adoración de Artemisa con algunas ideas cristianas. Esta clase de mezcla se llama sincretismo, y es un peligro constante.
Para corregir este error, Pablo llama a la iglesia a observar el orden establecido por Dios en la creación. La caída de Adán y Eva se produjo gracias a una inversión de este orden. Adán fue creado primero, para ser el líder de la familia; cuando Eva tomó el liderazgo y animó a Adán a desobedecer a Dios comiendo la fruta prohibida, se produjo la caída del hombre.
Dentro de la iglesia, dice Pablo, el sistema de autoridad que Dios ha dispuesto debe regir. Pablo mismo trabajó con mujeres como Priscila, quien instruyó privadamente con su esposo a Apolos; o como Febe, que sirvió a la iglesia como diaconisa. Él de ninguna manera era anti-mujer o machista.
Sin embargo, cuando se trata de la posición de anciano, la posición de autoridad y de enseñanza en la iglesia, esta posición está reservada para el hombre. Sólo el hombre puede servir como pastor o como anciano.
Nuestro Señor Jesús puso la base para este sistema. Incluyó a las mujeres en su ministerio, como hemos visto; pero cuando escogió a los doce, los líderes oficiales de su iglesia, escogió sólo a hombres. Es imposible que Jesús haya hecho esto por presión social o cultural, cuando él se mostró tan dispuesto a quebrantar cualquier tabú de origen humano.
No; existe dentro del plan de Dios un orden para su iglesia que da igual valor a las mujeres y a los hombres, pero limita la posición de anciano y de pastor a los hombres. La mujer puede servir de cualquier otra forma en la iglesia; esta forma está limitada a los hombres.
Hermano, quiero llamarte hoy a valorar a tu mujer – presente o futura – como Dios la valora. Nunca la trates como una niña. Reconoce que ella tiene mucho que contribuir. Mostremos al mundo la realidad bíblica del valor igual y los papeles distintos que Dios nos ha dado.
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