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¿A quiénes ayuda Dios?


A quiénes ayuda Dios

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¿A quiénes ayuda Dios?

Entre las fábulas de Esopo se encuentra la historia de un hombre que, al manejar una carreta por el camino, repentinamente se quedó atorado en el lodo. El hombre empezó a injuriar a los dioses. ¿Por qué permitieron que se encharcara el agua en este preciso lugar, formando este lodo? -preguntó-. ¿Por qué no dieron a mis caballos más fuerza, para poder salir de aquí? ¡Ahora sáquenme de este lugar!

El hombre esperó, pero no sucedió nada. La carreta seguía atorada, y los caballos se esforzaban inútilmente para sacarla del fango. ¿Qué pasa? -gritó el hombre a los dioses-. ¿No me pueden ayudar? Finalmente llegó la respuesta de los dioses, según Esopo. -Bájate de la carreta, y empieza a buscar hojas y ramas para colocar debajo de las ruedas, -le dijo la voz celeste. La moraleja de esta historia: -Ayúdate, y te ayudaré-, dicen los dioses.

Este dicho ha llegado a ser muy conocido. Sin embargo, su origen en las fábulas paganas de Esopo nos debe llevar a examinarla a la luz bíblica. A distinción de lo que muchos creen, este dicho no se encuentra en la Biblia. Podemos declarar con seguridad que Dios nos llama a ejercer nuestra iniciativa, y no ser pasivos, como lo fue el hombre de la fábula.

Sin embargo, ¿habrá más que Dios espera de nosotros? ¿A quiénes realmente ayuda Dios? ¿Cuáles son las condiciones para experimentar la ayuda, la provisión y la revelación de Dios?

Hoy empezamos una serie de mensajes tomados de la vida del profeta Elías. Elías vivió y ministró durante el tiempo del reino dividido, bajo el rey Acab, uno de los reyes más corruptos y malvados de Israel. Su reino tuvo lugar entre los años 874 y 853 a.C.

Debido al pecado de Salomón, el reino había sido dividido en dos partes unos 60 años antes. En el norte, la región conocida como Israel, hubo una sucesión de reyes malos. Dios, sin embargo, no dejó a Israel sin testimonio. Envió a sus mensajeros para llamar a los israelitas al arrepentimiento. Elías fue uno de estos mensajeros.

Hoy veremos el principio del ministerio de Elías, y aprenderemos algunas lecciones acerca de la provisión de Dios y su revelación. En las próximas semanas, veremos algunos otros episodios de la vida de Elías.

Lectura: 1 Reyes 17:1-6

17:1 Entonces Elías Tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo á Acab: Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.
17:2 Y fué á él palabra de Jehová, diciendo:
17:3 Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Cherith, que está delante del Jordán;
17:4 Y beberás del arroyo; y yo he mandado á los cuervos que te den allí de comer.
17:5 Y él fué, é hizo conforme á la palabra de Jehová; pues se fué y asentó junto al arroyo de Cherith, que está antes del Jordán.
17:6 Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne á la tarde; y bebía del arroyo.

Acab y su esposa Jezabel desobedecieron a Dios. Acab construyó en Samaria, la capital del imperio norteño, un templo a Baal. Baal era el dios falso de más “pegue” en aquella región. Lo consideraban el dios de la lluvia; decían que Baal cabalgaba sobre las nubes, y lo buscaban para garantizar una buena cosecha. En una sociedad agrícola, la lluvia es imprescindible.

Cuando Elías llegó a Acab, entonces, y le anunció que no llovería hasta que Elías diera la palabra, no se estaba luciendo. Estaba atacando directamente la eficacia de la falsa adoración a Baal que había establecido Acab. Le estaba diciendo, efectivamente: ¿Tú crees que tu dios te va a dar la lluvia y la prosperidad? Muy bien, veremos si es cierto.

De esta forma, sería confirmado a Acab que estaba sirviendo a un dios falso e ineficaz, y también se demostraría que Elías era el mensajero verdadero y aprobado del Dios verdadero, de Jehová, el Dios de Israel.

Es muy interesante notar lo que sucedió después. Dios le habló a Elías, y le dio unas instrucciones muy sugestivas. Le ordenó esconderse en un arroyo. Es más, este arroyo estaba al este del Jordán, al otro lado del río de donde estaba Samaria.

Lo que sucede, muy simplemente, es que Dios aparta a Elías de la presencia de Acab, e incluso lo esconde. Después de darle su mensaje de juicio, Elías estaría donde Acab no lo podría encontrar aunque lo buscara – no sólo para proteger a Elías, sino como parte del juicio divino sobre Acab.

Esto nos lleva a nuestro primer principio:

La única palabra divina al rebelde es de condenación

¡Qué interesante figura! Elías llega a Acab, le da su mensaje de condenación, y desaparece. No importa cómo lo busque Acab, no lo podrá encontrar hasta que Dios decida que ha llegado el momento.

Seguramente Acab se sintió tranquilo, en un principio. Sería fácil descartar la palabra que Elías le había dado. Para esas fechas, el profeta era un desconocido; y Acab estaba muy confiado de los poderes del dios falso al que seguía.

Sin embargo, conforme pasaban las semanas y los meses, y no caía ni una gota de lluvia, Acaba se empezó a preocupar, y luego a desesperar. Los sembrados de trigo se secaron, y no hubo cosecha. Luego se secaron también los viñedos, y no había vino. Se empezaba a poner crítica la situación.

No importaba cuántos sacrificios se hacían a Baal, la lluvia no llegaba. Finalmente, Acab se dio cuenta de que necesitaba hablar con aquel profeta que le había dado el mensaje de juicio, y emprendió una búsqueda intensiva por todo el país.

Cuando Dios finalmente decidió que era hora de que Elías reapareciera, la primera persona en verlo le contó cómo lo había estado buscando Acab. Podemos verlo en 1 Reyes 18:10: “Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino donde mi señor no haya enviado á buscarte; y respondiendo ellos: No está aquí, él ha conjurado á reinos y naciones si no te han hallado”.

¿? La respuesta es que Dios es celoso, y su única palabra al rebelde es de condenación. Acab se había rebelado contra Dios, y había hecho encender su ira al llevar al pueblo detrás de Baal en lugar de adorar al Dios verdadero. Como respuesta, Dios retiró su palabra y su mensajero de la presencia de Acab.

Lo mismo nos puede suceder a nosotros, si estamos viviendo en rebelión contra Dios. Cuando estamos viviendo en rebelión, no oiremos a Dios. Si lo oímos, el único mensaje verdadero será el mensaje de condenación.

Si tú estás viviendo en rebelión contra Dios, no esperes oír su voz. No creas que puedes vivir en pecado continuo, sin arrepentirte, y estar escuchando la voz de Dios. Si resistes su voz, si no quieres dejar tu pecado y tu rebelión, dejarás de oírlo. Vendrás a la iglesia, pero no escucharás ningún mensaje para ti. Abrirás la Biblia, y no oirás en ella la voz divina que antes te hablaba.

Dios retira su palabra del rebelde. Si contristamos al Espíritu Santo, ignorando su voz de corrección, él nos deja de hablar hasta que nos arrepintamos. ¿Estás viviendo en rebelión? ¿Albergas en tu vida algún pecado que no quieres confesar y dejar? ¿Estás ignorando algo que Dios te ha mandado hacer?

La única palabra que Dios tiene para el rebelde es de condenación, hasta que haya arrepentimiento. Estemos seguros, hermanos, de no caer en la trampa de la rebeldía. En lugar de ser como Acab, tomemos los otros ejemplos que vemos en este pasaje. Sigamos leyendo para verlos.

Lectura: 1 Reyes 17:7-24

17:7 Pasados algunos días, secóse el arroyo; porque no había llovido sobre la tierra.
17:8 Y fué á él palabra de Jehová, diciendo:
17:9 Levántate, vete á Sarepta de Sidón, y allí morarás: he aquí yo he mandado allí á una mujer viuda que te sustente.
17:10 Entonces él se levantó, y se fué á Sarepta. Y como llegó á la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí cogiendo serojas; y él la llamó, y díjole: Ruégote que me traigas una poca de agua en un vaso, para que beba.
17:11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió á llamar, y díjole: Ruégote que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
17:12 Y ella respondió: Vive Jehová Dios tuyo, que no tengo pan cocido; que solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una botija: y ahora cogía dos serojas, para entrarme y aderezarlo para mí y para mi hijo, y que lo comamos, y nos muramos.
17:13 Y Elías le dijo: No hayas temor; ve, haz como has dicho: empero hazme á mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.
17:14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la botija del aceite, hasta aquel día que Jehová dará lluvia sobre la haz de la tierra.
17:15 Entonces ella fué, é hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella y su casa, muchos días.
17:16 Y la tinaja de la harina no escaseó, ni menguó la botija del aceite, conforme á la palabra de Jehová que había dicho por Elías.
17:17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa, y la enfermedad fué tan grave, que no quedó en él resuello.
17:18 Y ella dijo á Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿has venido á mí para traer en memoria mis iniquidades, y para hacerme morir mi hijo?
17:19 Y él le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y llevólo á la cámara donde él estaba, y púsole sobre su cama;
17:20 Y clamando á Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun á la viuda en cuya casa yo estoy hospedado has afligido, matándole su hijo?
17:21 Y midióse sobre el niño tres veces, y clamó á Jehová, y dijo: Jehová Dios mío, ruégote que vuelva el alma de este niño á sus entrañas.
17:22 Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió á sus entrañas, y revivió.
17:23 Tomando luego Elías al niño, trájolo de la cámara á la casa, y diólo á su madre, y díjole Elías: Mira, tu hijo vive.
17:24 Entonces la mujer dijo á Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.

Consideremos por un momento el ejemplo de Elías. Cuando Dios anunció por medio de él que no llovería en Israel, Dios mismo se encargó de cuidarlo. Primero lo mandó al arroyo de Querit, donde había agua, y donde las aves le traían alimento.

Llegó, sin embargo, el momento en que el arroyo se secó. ¿Cómo se habrá sentido Elías en aquel momento en que el riachuelo se convirtió en un hilo de agua, y finalmente se secó por completo? ¿Habrá dudado de la provisión de Dios?

Yo no sé si Elías dudó o no, pero lo seguro es que Dios ya sabía cómo iba a proveerle lo que necesitaba. Así como Dios había enviado a los cuervos para alimentar a Elías, también tenía preparada una viuda que, aunque ella no lo sabía, había sido llamada por el Señor a dar de comer a Elías. De aquí aprendemos que

La provisión de Dios es perfecta para sus siervos

Elías había sido llamado por Dios como profeta, y Dios se encargó de cuidarlo. Si Dios te llama a ti al ministerio, puedes tener esa misma seguridad. Dios no te promete grandes riquezas ni prosperidad material, pero sí puedes tener la seguridad de que él te dará lo necesario.

Es algo que vi personalmente cuando estaba estudiando. Varios de mis amigos se encontraban en el instituto en respuesta al llamado de Dios, sin saber cómo se pagarían los gastos. Vez tras vez se veía que, en ese momento de más necesidad, llegaba una carta con un cheque – o recibían una beca inesperada, o de alguna otra forma se veía la provisión de Dios.

Si Dios te llama a su servicio, puedes saber que él proveerá lo que necesitas en el momento preciso. Cuando estamos sirviendo a Dios, su provisión es perfecta. Encontramos que es nuestro Proveedor.

Pero no sólo esto, sino que

La provisión de Dios alcanza a cualquiera que en él confía

La viuda de Sarepta experimentó el cuidado de Dios, así como lo experimentó Elías. ¿Cómo sucedió esto? Notemos que ella mostró su confianza en el Dios de Elías. El versículo doce demuestra que ella estaba consciente de que Elías era seguidor del Señor.

Elías, entonces, le puso una prueba para que ella mostrara su confianza en el Señor. Ella debía hacerle un panecillo a él, usando todo lo que ella tenía. Si hacía esto, no se le acabaría la provisión a ella y a su hijo.

Lo que parece a primera vista una petición egoísta por parte de Elías, de darle a comer a él primero, resulta ser una prueba de la fe de esta viuda. Al obedecer ella la palabra del Señor que había venido por medio de Elías, recibió lo prometido.

Ella fue salva de la muerte por su fe. Al confiar en la palabra de Dios que vino por medio del profeta Elías, fue salva del hambre. Incluso se salvó su hijo, quien fue resucitado de la muerte gracias a la intercesión de Elías.

En esto vemos una prefiguración del ministerio de Cristo. En el Antiguo Testamento encontramos reflejos parciales de lo que Cristo vendría a hacer. Para empezar, el Nuevo Testamento nos dice que Juan el Bautista vino en el poder de Elías.

Pero aun más interesante es notar que Jesús se comparó con Elías, y precisamente con este episodio de la vida de Elías, en Lucas 4:24-26:

4:24 Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra.
4:25 Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo una grande hambre en toda la tierra;
4:26 Pero á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidón, á una mujer viuda.

Así como Elías había sido enviado a una viuda que no era israelita – de hecho, era del mismo lugar que la infame Jezabel – Jesús vino a salvar a todo aquel que en el creyera, sin importar de dónde es.

¿Cómo fueron salvos la viuda y su hijo? Simplemente porque respondieron en fe al mensaje de Dios. Esa fe se mostró en la prueba. La Biblia nos dice que el camino de salvación es el mismo hoy. Si tú crees de verdad que Cristo murió por ti y resucitó, serás salvo.

¿A quiénes ayuda Dios? Vemos que la clave para experimentar la provisión divina no es la autosuficiencia, sino más bien la confianza. Si respondemos en confianza al llamado de Dios – sea su llamado a la salvación, o su llamado al servicio – podemos tener la seguridad de que la provisión de Dios es perfecta.

¿Has recibido la salvación? ¿Has respondido que sí al mensaje divino? ¿Le has dicho que sí a Cristo, así como la viuda le dijo que sí a Elías? Si no lo has hecho, hazlo hoy. Hoy, dice la Biblia, es el día de salvación. Hoy puedes conocer el perdón de Dios. Hoy puedes conocerle.

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